Estamos presenciando una transformación generalizada en aquellos encargados de salvaguardar el orden y la justicia en nuestra sociedad. Sin embargo, estas personas elegidas, instruidas, mantenidas, o enchufadas, en vez de conservar un clima de convivencia y cordialidad, hacen todo lo contrario. Casi a diario, algunos acróbatas de la inseguridad, nos sorprenden con `el más difícil todavía´ o con trucos propios de un prestidigitador, ya sea a través de actos, acciones o palabras. Nos están ofreciendo la peor versión del ser humano; nos maltratan y aburren porque no superan los chistes más malos. Y eso que nos referimos a artistas que reciben buenos sueldos, emolumentos, estancias, dietas y traslados. Hablamos de actores que aglutinan: el estado, la justicia, el gobierno... Es decir, de los encargados de salvaguardar la unidad, velar por la paz, administrarnos, organizarnos, hacer que se cumplan las leyes y todo lo que concierne al bien común. No me refiero a la enseñanza, la sanidad, la vivienda..., porque estas cuestiones, cada vez más, son ejercidas por bancos, lobbies, sociedades privadas o fondos con nombres carroñeros. ¡Ya quisieras estos individuos realizar la labor de limpieza que hacen los buitres y otras aves!
Esta farándula encargada de llevar las riendas del país, está convirtiendo: las cámaras, los hemiciclos, las comunidades, las diputaciones, y los ayuntamientos en escenarios circenses. En lugar de proponer medidas, crear ilusiones, transmitir confianza, buscar soluciones y resolver los problemas de los ciudadanos... A sus debates malsonantes, actuaciones de bajas cloacas, difamaciones familiares, y mensajes de odio, algunos le llaman corrupción política y otros la `maquinaria del fango", por lo que están creando una burda chusma callejera que ni por asomo tiene que ver con la `chusma selecta´ de nuestro recordado y querido Juan Carlos Aragón. Esperemos que no terminen a hostias como en otros parlamentos.
Cambiando de hábito, en la Santa Sede han comentado, no digo nombres por temor a ser excomulgado, que en el Vaticano "ya hay demasiado mariconeo" Y el que manda, no quiere que se mencione aquella bella frase que dijera Nuestro Señor: ¡Dejad que los niños se acerquen a mí!. En el Monasterio de Santa Clara de Belorado, las monjas clarisas han sido muy claritas con el Obispo de Burgos. Al parecer, están aconsejadas por un cura coctelero –ya los hay de todos los oficios– y Pablo de Roja, un falso obispo que está por encima del bien y por debajo del mal. Y lo que me faltaba por oír, que las hostias para las misas ya no las hacen las monjas, ahora las exportan de China y Rusia con o sin gluten. Particularmente, pienso que las `hostias´ más sorprendentes las dieron: Jesús Gil al directivo del Compostela, Ruiz Mateo a Boller, y Will Smith al cómico Chris Rock.
Este lío de hostias, me trajo a la memoria la antigua Iglesia de San Paulino en la calle Calvo Sotelo, donde de niño saltábamos la verja –no como en el Rocío– y en la impunidad del silencio entrábamos en la sacristía que estaba junto a la pila del bautismo, para llenarnos los bolsillos de aquellas hostias con una cruz grabada que, aunque no tenían el sabor de los barquillos de canela, al lo menos contentaban nuestros gruñentes estómagos. Así que antes de mi primera comunión, ya sabía del sabor de aquella oblea que con tanto boato levantaba en la eucaristía el Padre López.
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