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Málaga

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“Por el 8 de marzo nos llaman mucho, pero somos músicos mucho más allá de marzo”

Silvia Olivero Anarte, compositora, docente y directora de orquesta recupera la historia de 19 'Compositoras' en su nuevo libro

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  • Silvia Olivero con su nuevo libro. -

Silvia Olivera Anarte, es pasión musical, es compositora, docente, pero sobre todo es directora de orquesta. Es creación. Es ebullición constante de la mente y del alma. Y sobre todo también es una inteligente reivindicadora de la memoria musical femenina. De las compositoras borradas de la historia, de la de las olvidadas ayer, hoy y siempre.

Hay muchas de las vivencias que tienen estas compositoras con las que me he visto reconocida, pese a que las cosas han cambiado

Compositoras, editado por Pinolia es memoria ¿no?

Cuando crecemos con la mitad de la historia dentro de nosotros mismos crecemos sin una serie de referentes que hace que nos construyamos de un modo determinado ¿No? Yo crecí sin referentes femeninos en la composición, la dirección de orquesta y sin embargo a la hora de investigar empiezas a levantar papeles y encuentras una historia profunda, llena de mujeres impresionantes que ha estado encima de los escenarios estrenando sus obras, en los periódicos, en los escritos de la época y sin embargo en historia de la música no están.

Podemos decir que este libro es una deuda pendiente, es un empeño personal que parece que era ineludible, una necesidad docente o tiene todo de un poco de todo eso.

Yo creo que al final es un poco de todo, porque siempre pienso que trabajando en la docencia, en la dirección, en la composición, poder aunar y sacar de cada una de las parcelas y a través de todas ellas, poder proyectar pues este tipo de de elementos, por ejemplo es algo esencial. Creo que es un compromiso social también que adquirí cuando hice aquel máster que me dio una puerta más y una hora menos.

Vamos a encontrar en él la perspectiva sobre una serie de compositoras que la historia tenía borradas.

Efectivamente. Aquí hay diecinueve compositoras que no son todas las que hay ni mucho menos. Tuve que hacer una selección de alguna de ellas. Y lo que he intentado con el libro es colocarlas en su presente. Y no que yo cuente desde fuera que es lo que hicieron o dejaron que hacer, que también evidentemente, sino que los propios recortes de prensa las coloquen en su contexto, Una manera de revivirlas. Y también tiene este libro un tipo de empatía, ¿No? Al ser compositora y directora de orquesta hay muchas de las vivencias que tienen estas compositoras con las que me he visto reconocida de un modo u otro. Más fuerte o menos, pero ha sido un gran golpe emocional para mí cada una de ellas.

Se ha visto reflejada, pero hablamos de compositoras de otras épocas, ¿quiere decir que no hemos avanzado tanto”.

Bueno, yo creo que un pasito “palante”, un pasito “patrás”. Francesca Caccini,  que estaba en el Renacimiento estrenando ópera en la Corte de los Medici. Estas compositoras ¿por qué pudieron desarrollar una vida artística? Pues porque estaban en un contexto familiar musical, o en un contexto socioeconómico favorable, es decir, hay muchas mujeres que no pudieron desarrollar y, en ese sentido, hoy en día sí ha cambiado la cosa. Pero, luego hay otros contextos circunstanciales que se siguen repitiendo.

¿Cómo cuáles?

Pues es muy sencillo: tú miras cualquier programación que hay de de cualquier temporada de conciertos y ¿cuánto repertorio compuesto por mujeres hay programado? Es decir, si hay compositoras, porque antes decían, “es que no hay”, pero ahora hay unos catálogos impresionantes. La Asociación Mujer en la música tiene unos catálogos, una guía, en las que puedes acceder a las partituras, hoy en día no es no es lo mismo que hace veinte años atrás y sin embargo, no se programa, ya no hay excusa. No es que no hay partitura, no es que se desconozca, in embargo, ¿por qué no se programa? Incluso las que estamos muchas veces en marzo nos llaman mucho, pero somos músicos mucho más allá de de marzo. Realmente hay mucho. Digamos que la confianza en el trabajo de la composición, es un trabajo creativo, un trabajo que tiene una gran dosis intelectual y a lo largo de la historia pues estaba asociada a los hombres, igual que la dirección y el liderazgo. Eso se supone que está superado, pero una cosa es la teoría, sí, ahí estamos y luchamos por ello, pero luego la las oportunidades que tenemos son menos.

¿Y por qué se dan todavía este tipo de cosas?

Porque la sociedad avanza muy despacio. Y las leyes llegan antes que la conciencia social. Y mientras la sociedad y quienes están arriba, los que programan no tengan esa conciencia o sea una cuestión a veces política…, vamos a rellenar cuotas, ¿cuánto hace falta programar?, más allá de eso, ya hemos cumplido. A veces ocurre eso.

Pues todavía hay quien dice que no, que se promociona mucho a la mujer, más allá de que lo haga bien, o lo haga mal, sino simplemente por el hecho de que sea mujer. Eso se sigue oyendo.

Bueno, pero el miedo es importante. El miedo es libre. Yo siempre digo que si yo compongo una obra y no es de calidad no la programes. Que hay que quemarla. La quemamos. Pero si es una obra de calidad por qué no. Es decir, no es una cuestión de calidad, de hecho he escuchado cualquier obra de estas compositoras que han estado en grandes teatros, que han sido aplaudidas por grandes músicos, reconocidas por grandes músicos de su tiempo, realmente el talento está. Hay talento. Pero como todo, ¿cuántos compositores de primer orden tenemos? Tendremos un número de compositores, los grandes genios, pero luego hay muchos grados en hombres. ¿Por qué las mujeres no tenemos derecho a estar también en esa graduación? Es algo que hemos hablado en alguna ocasión. Esa reivindicación por ser mediocre, no es que se quiera serlo, pero hay compositores que no son genios y se les aplaude, están ahí, pero, por qué la mujer tiene que ser siempre perfecta.

Sí, se le exige el doble o el triple.

Sí, o el cuádruple. Yo siendo joven me estrenaron una obra y me dijeron que tenía tres problemas: ser mujer, ser joven y ser inteligente. Digo, pues ya está. Entonces vamos a parar. Pues nada, dije, la juventud se va, ser mujer, creo que no, y  lo de la inteligencia, muchas gracias por el piropo y espero que no se me vaya. Pero claro, realmente el problema es social. Y eso hay que ir poco a poco. Entonces con libros como este, que no es el único que existe, hay más libros que reivindican la presencia de de la mujer en la historia, es una manera de pues de ir limando y de ir construyendo, es una idea constructiva, nunca destructiva.

Hay que modificar las estructuras.

Claro, a ver es como por poner un ejemplo muy básico: el hombre que dice “muy bien, tú trabaja, pero sigue haciendo las labores de casa no quiero renunciar a mis privilegios”. Pues un poco lo mismo Se nos da permiso, pero sin perder privilegios, entonces, no hay espacio, no hay que hay una cosa que es compartir. Somos la mitad de la sociedad.

En los estudios de 7 TV Andalucía en Málaga.

Si le preguntamos a una persona medianamente destruida, nombre de escritoras, nombre de pintoras, conoce alguno y de distintas épocas, a lo mejor tantos como hombres pero sí es capaz de citar en algunos casos bastantes, sobre todo en literatura, pero, si le preguntamos por compositoras yo creo que habría un sonoro silencio.

Sí. Un lamentable sonoro silencio. Pero eso el otro día le estaba yo hablando que me invitaron a hacer una ponencia en un máster sobre género, hablando de las mujeres en la música y lo primero que hablaron era de las artes, pero volvió a salir un poco esa falsa idea que una reivindicación también tenemos que hacer: la música es un arte. Cuando se habla de las artes se habla de pintura, se habla de cultura, de arquitectura, de literatura, pero no se habla de música. Es como que la música es otra cosa, incluso en educación: antes estábamos dentro del régimen especial, era como si fuera un mérito, pero realmente reivindicamos el estar en el mundo del arte. Entonces hay, por ejemplo, un documental de María Lejárraga que se hizo en Televisión Española, y cuando se habló de la relación de María Lejárraga con las artistas de su tiempo, se mencionó si no recuerdo mal A Falla, pero es que María Rodrigo, una de las compositoras que están aquí, hizo muchísimos trabajos musicales con textos de María Lejárraga y no aparecía, no estaba en el documental, y al final, aparecía una lista de nombres y no estaba María Rodrigo, pues yo hice un artículo sobre María Lejárraga y María Rodrigo para reivindicar la relación entre ambas. Se me encendieron las carnes. Pero realmente me imagino, porque quiero ser positiva, que en realidad es como que al pensar en las artes no se pensó en la música o se piensa incidentalmente, creo que esa es otra puerta también que tiene su enjundia.

Tenía aquí apuntado también sobre Luisa Casagemas, lo que escribió en el anterior libro que estuvimos también por aquí compartiendo ‘Sendas entrópicas’. Hay un texto de prensa curioso que dice: “lo raro es que en nuestro país, y aún fuera de él, el que el bello sexo emprenda seriamente, se abra paso en la senda del arte en su más elevada manifestación, pues, nos referimos a una señorita que en edad temprana ha dado pruebas de poder aspirar a un puesto distinguido como compositora. Hoy no se escribe así, ¿No? Por suerte, sobre la mujer es compositora.

No, porque es políticamente incorrecta. Directamente, por eso. Pero si es habitual el uso de diminutivos cuando se habla de las compositoras. O fíjate un hoy en día hay en el lenguaje cuando se habla hay lo que llamamos la doble afirmación “mujeres compositoras”, compositoras ya es femenino. Es más, escribes en Internet compositoras y vienen compositores y compositoras, pone mujer compositora y viene la mujer. ¿Por qué tenemos que reivindicar doblemente? Yo cada vez que hay un concierto de obra de compositoras y leo “mujeres compositoras” se me encienden las carnes. Así igual, “mujeres directoras”, ¿No? El lenguaje, la manera de hablar todavía se manifiesta a veces confuso. O simplemente el hecho de tener que reivindicarlo o tener que manifestarlo en determinadas fechas indica ya que no está normalizado. Que tengamos que sacar un libro de compositoras para que se conozcan su vida, su obra, su lucha indica que no está normalizado. Tendría que estar en los libros de historia con los hombres y las mujeres pues uno al lado de otro. Porque al final Ethel Smith estuvo con Tchaikocsky, con Grieg, con Brahms, con Clara Schumann, con la hija de Mendelssohn y estuvo en un ambiente musical en el que había hombres y mujeres. No hemos vivido separados. Estas compositoras no han vivido separadas, sin embargo, cuando tenemos que mostrarlas así porque es la manera de de ponerlas delante de los ojos, significa que todavía no está todo conseguido.

No se ha vivido separados, pero sí se ha vivido de espaldas.

Sí, sí.  Yo creo que se ha vivido a ciegas y lo que pasa y más me entristece es eso, esos recortes de de prensa… De María Rodrigo tardé un año en recopilar todos los recortes de prensa. Ha estado en los grandes escenarios, estrenó la primera ópera compuesta porque hubo el atentado en el Liceo y no pudo Casagemas, y todo está en los periódicos, todo es una realidad objetiva. Si es verdad que el periódico, según quien escribe, dice estas bellas señoritas, bueno, hay un texto de Turina por ahí un poco en el que habla que no lo he puesto pero que habla de de esas mujeres que les da por estudiar composición como una cosa aberrante, que luego parece que cambió de opinión, pero en su momento… y eso que estaba en los teatros tocando el piano con María Rodrigo.

Es la historia, no se puede cambiar, se puede contar.

No, pero hay que conocerla. Porque cuando la conoces primero te da fuerza, yo siempre digo que hay un una falsedad que nos venden; eres la primera qué, la primera que estrena, la primera que compone, la primera que dirige. Eso ponerte frente a un muro y pedirte que lo rompas al primer golpe. Cuando tú ves toda la historia y ves que ese muro lleva muchos golpes, ya está resquebrajado, te sientes con más fuerza para seguir. También,  el invisibilizar esa historia lo que hace es debilitar el presente, a la mitad la sociedad que se haya en ese presente y de ahí nace el Síndrome del impostor que es el que tenía Rosa García Ascot, que estaba en el grupo de los ocho, un grupo impresionante y ella tocaba el piano para ellos y cuando le pidieron que escribiera una obra,  que ella estudiaba composición con Falla, con Turina, con Granados y todos le aplaudían; luego estudió con Nadia Boulanger, o sea una cosa espectacular, y ella tenía miedo porque pensaba que no estaba al nivel, porque era como la única mujer. Sentirse la única en realidad no es un regalo, es fragilidad.

Ese mermar esa confianza que hace falta para todo.

Efectivamente, sin embargo, si hubiera conocido toda la historia que había hacia atrás quizá se hubiera sentido más fuerte y su vida compositiva hubiera sido diferente.

Claro, pero para eso hay que contar la historia de las mujeres.

Efectivamente, por eso yo pienso que el que no esté en los libros de historia no es un casual. Dicen que la historia la escriben los vencedores. Entonces ¿por qué las mujeres son las vencidas? Esa es la gran pregunta. También este libro te muestra cómo a pesar de todo alguna mujer ha encontrado el resquicio, la fuerza y el modo de de ir más allá y superar ciertas barreras. Pero que hubieran podido hacer si no hubieran echado esas barreras.

También hay que ponerlas sobre la mesa para que sean un ejemplo. Porque habrá mujeres que en muchos ámbitos sienten que a lo mejor no tienen que dar ciertos pasos.

Claro, esa es una de las circunstancias. Dicen que si no ha habido ninguna antes que yo ¿quién soy yo? Es el famoso síndrome del impostor de quién soy yo para ir a un frente y pedir un concierto y pedir que se estrene una ópera. Que eso es otra, fíjate cuando hablamos de la mujer en casa ser sobresaliente en el piano, además según qué época se estilaba mucho el tener a la mujer entretenida y mostrarla como objeto musical que entretiene a las amistades, pero bueno, luego también encontraron su resquicio, entonces escribir para piano, podía ser una cosa habitual escribir para canto, podría ser una cosa habitual. Ellas tenían a principios del siglo XX prohibidísimo tocar, el trombón, eso es muy erótico, la vara; la percusión es muy animal; el violonchelo, era muy erótico. Es decir, todo lo que te sacara de tu posición de una señorita, lo que una señorita debe ser era como un pecado. Entonces, no escribían tampoco para esos instrumentos. Pero ahora, fíjate un detalle más allá. Cuando tú dices, bueno, yo voy a escribir para piano, para piano y canto y luego en las veladas se puede tocar, o sí estoy e alguna asociación pues podemos hacer conciertos, pero cuánta inversión necesitas para tener un pianista, un pianista, un cantante, ahora bien, ¿qué inversión necesitas para montar una ópera? ¿Qué espacio necesitas para hacer una ópera? Necesitas la orquesta, necesitas el coro, necesitas los cantantes, la escenografía. Pues tenemos compositoras como es Ethel Smith que estrenó seis óperas. Francesca Caccini en la Corte de Medici estrenó obras, fue la primera mujer que estrenó obras. Ella no se quedó corta, porque tuvo las posibilidades. Y entonces, algunas han conseguido acceder a esa confianza, porque estamos hablando de confianza. Pero fíjate qué pasó con Francesca Caccini, que la regente de la corte de Medici era una mujer que quería dar valor al trabajo de las mujeres y tenía sus artistas hombres y sus artistas mujeres. En el momento en el que la regente ya no fue necesaria, ¿Dónde acabó Caccini? En el convento. Es decir, el asunto son las oportunidades. ¿Cuántas oportunidades se les dan a las mujeres? Las que han tenido la fortuna, la posibilidad, que  también tienes que estar ahí,  tu casa no va a ir nadie a buscarte, tienes que salir a buscarla, pero han conseguido esto. Y sin embargo, yo miro toda la estantería que tengo detrás en mi estudio y en los libros, lo más que encontré sobre compositoras era María Rodrigo que compone bellas melodías ya está y Clara Schumann como esposa de Robert Schumann y Fanny Mendelssohn como hermana de Félix Mendelssohn, siempre es como algo adosado,

Le voy a referir una frase que escribió usted por aquello de que la mujer no se ponga meta, que se quite esos miedos y haya igualdad de oportunidades: “La certeza de que la ausencia de  libertad no está en el espacio, sino en las entrañas”.

Pues sí, mi mayor enemigo siempre ha sido yo misma. En el momento en el que me vencí empiezo a ser un terremoto para mi marido, porque yo no veo muro que no quiera tirar, pero si hay que tirarlo, si no, tampoco. Yo me considero una persona constructiva y llevo luchando mucho tiempo contra mí misma, muchísimo tiempo, porque yo he crecido sin esto y me he sentido muy pequeña y pienso que soy muy pequeña porque este universo soy muy pequeña, pero aún así,  me siento con capacidad para hacer lo que me proponga siempre y cuando esté preparada, formada, estudiada, es decir tampoco vamos a… yo no quiero regalos, yo quiero hacer un trabajo en condiciones formado. Entonces, es verdad que la libertad necesita una oportunidad. Por muy preparadas que estemos, mucho que estudiemos, mucho que compongamos, mucho que hagamos, si luego no tenemos la oportunidad de poner esa obra sobre un escenario, una composición, todavía un libro lo tienes en un cajón, abres la página y lo lees, pero en una partitura en un cajón… si no se sube a un escenario. Realmente la música es un arte pero tiene unas características concretas y es que tiene que ser sonada. Entonces tiene que tener la oportunidad. Si no por muy libres que seamos en realidad seguiremos escondidas.

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