Carranque no se resigna a seguir esperando más tiempo una solución para las más de 200 familias que llevan años conviviendo con grietas y humedades en sus viviendas. Los vecinos se reúnen este viernes con el Ayuntamiento de Málaga que, tras elaborar un estudio técnico previo, ha tendido la mano a los afectados para asesorar en la rehabilitación de los edificios, levantados en la década de los 50 por el entonces Ministerio de Vivienda, transferidos propiedad en los 80 a la comunidad autónoma, a quien le compraron los pisos.
Los residentes recriminan a la Junta de Andalucía que las reparaciones efectuadas -que se alargaron hasta el 2008- para solventar la urgencia -con una inversión de casi 13 millones de euros- fueron “un mero lavado de cara” para un problema más grave al que “han dado la callada por respuesta”. “Las comunidades de vecinos no pueden afrontar el arreglo, los residentes no tienen cómo asumirlo, la mayoría son mayores”, explica Manuel Izquierdo, vocal de edificios del colectivo vecinal.
La incertidumbre ahora es conocer a cuántos podrá beneficiar la apuesta municipal en una barriada popular que ha visto cómo, tras sonar en los medios por estas grietas su imagen se ha devaluado en cierto modo y “las inmobiliarias han bajado los precios”. “Algunos pisos se venden por mucho menos de su valor catastral, cuando en su momento costaron a un precio de oro”, nos cuenta.
Sin fecha
“Esperamos que si no es este año, nos digan que a comienzos de 2017, que veamos movimiento”, piden. De momento, tienen puestas sus esperanzas en alguna subvención municipal o europea que haga el milagro. “Algunos quieren tirarse a la calle”, pero la mayoría son mayores “y no están para esos trotes ya”, explica Francisco Márquez, secretario, que lamenta este drama que lastra a “un barrio tan alegre”.
“La gente ya no quiere ni venir a tomar café”
Isabel Palomares es una de las vecinas de Carranque convive desde 2004 con estos incómodos inquilinos. Su edificio, ubicado en la calle Virgen de la Esperanza, es uno de los más afectados, al menos, a simple vista. Accedemos por una escalera más propia de una película de terror, donde una enorme falla parece querer abrirse paso, poco a poco, planta a planta. Pocas paredes o techos de su vivienda se libran de las grietas que resquebrajan, por ejemplo, de lado a lado el techo del salón, tal y como nos muestra.
“La casa se sigue rajando y la gente ya no quiere ni venir a tomar café a mi casa porque les da miedo”, confiesa. En su caso, el temor inicial dio paso a la paciencia y ésta, a la resignación. “Vivir así se lleva mal, pero bueno, son doce años tampoco voy a estar tiritando”, explica. Ahora solo espera que tras tanta reunión “por fin lo arreglen”.