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Torremolinos

Nuestro Auditórium, gloria de Torremolinos

TORREMOLINOS no es sólo turismo, fiesta, deportes, playa y sol. Es también arte, cultura, crisol de civilizaciones. Aquí dejaron su huella brillantes poetas, escritores, músicos, pintores, escultores, actores...

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  • En estas crónicas, Jesús Antonio San Martín, desarrolla lo más representativo del ayer y el hoy de Torremolinos.
Ese diamante de la cultura, el arte, el espectáculo y mil y un eventos más, que embellece la corona de Torremolinos en el enclave del trono donde los cerros del agua  elevan al cielo su excelsa majestad; ese esplendoroso astro solar que en las alturas del pueblo jamás se pone y que esplende con su propia luz y por sus propios medios, sí, nuestro Auditórium Municipal, nuestro maravilloso Auditórium Municipal Príncipe de Asturias, magno Auditórium que más que príncipe es rey, llama hoy a los corazones de todos los torremolinenses. Su entraña de palpitante rubí ha sido herida por la flecha venenosa del desprecio. La noche que en mares apacibles enciende galernas ha apagado las candilejas. El mar de los espectadores hace encallar esta noche las olas de su amargura en la playa de la desilusión y las soledades. El Auditórium, nuestro Auditórium, ha quedado vacío estando lleno.                         

La Opera, la Zarzuela, el teatro en sus más variopintos géneros, los conciertos de música sinfónica, los de música pop, los certámenes de coros rocieros, los de canción española, los de flamenco, los de Murgas y Comparsas… todo esto y mucho más acoge nuestro inmenso Auditórium. A todo se adapta y para cada ocasión tiene su apropiado vestido de gala. Protagoniza además grandes asambleas y se transforma como por encanto en un suntuoso y gigantesco salón de banquetes, con capacidad para su largo millar de comensales.
Nuestro Auditórium es único en su especie. Ya su fachada, de graciosa y alba arquitectura andaluza, semeja en sus laterales dos brazos abiertos que dan la bienvenida más calurosa al visitante, al espectador, al comensal… y también a los cientos de actores y actrices que nos traen baúles de ilusiones, de humor, de alegría y de otras múltiples emociones, y a los cientos de artistas y músicos que nos deleitan con su magia sonora y trepidante.
La capacidad de nuestro Auditórium es inmensurable. Cierto que no cabemos en él todos los torremolinenses, pero él sí que cabe dentro de todos nosotros. Y cuando el Auditórium vibra de júbilo en su plenitud, vibramos con él nosotros. Y cuando un paño de lágrimas lo envuelve, con él lloramos. El Auditórium se ha hecho corazón de nuestro pueblo y sangre de nuestras venas.

Más de seis mil metros cuadrados besan las plantas de sus pies. Mil seiscientas butacas, más blandas y acogedoras que el colchón de un emperador, mecen en divinas comodidades y hasta en ensueños al espectador. Cerca de quinientos metros cuadrados de escenario tienden sus palmas al artista: todo un vasto universo que ni el proscenio de muchos grandes teatros iguala. Y cuando las butacas mismas se retiran a echar momentáneos sueños de paz en los rincones de los trastos viejos, allí queda un desierto sin arenas que habrá de ocupar el alborotado mar de más de cinco mil admiradores de ídolos de la canción. O el trepidar de los pies al rimo de orquestinas que amenizan los ambientes festivos. O un danzar de platos en los solemnes acontecimientos que bien merecen espléndidos banquetes.   

La más sofisticada tecnología sonora y luminosa da sentido, gracia y magnitud a las representaciones escénicas. Sus focos, plétora de luz y color, son auténticas estrellas. Un concierto de sones que ejecutan orquestas celestiales emana de techo y paredes; aquél, árbol abierto en las alturas, y éstas, genuinos encantos aterciopelados dignos de la más elegante de las reinas. La luz y el sonido son el alma genuina de este hermosísimo cuerpo que es el Auditórium nuestro. Un regalo del cielo para la vista y el oído que saben apreciar la belleza más pura en su más pura dimensión. 

Nuestro Auditórium se ha hecho campana de gloria en Andalucía y en toda España. Su repique deleitó aun al norte lejano. La amplitud de su escenario, la elegancia de su estructura, las elevadas prestaciones técnicas de luz y sonido y, sobre todo, la favorable acogida del público que abarrota el patio de butacas, ha hecho que cuantos artistas verdaderos tienen el privilegio de acariciar sus tablas y disfrutar de la insuperable calidad técnica de sus equipos, se deshagan en pródigas alabanzas por el cálido recibimiento, por la esmerada atención profesional y por las sinceras ovaciones dispensadas.

Artistas como las copas de nuestros pinos y que han degustado y apreciado las excelencias de nuestro rico Auditórium son Concha Velasco, Beatriz Santana, Arturo Fernández, Paco Valladares, Enrique San Francisco, Emilio Gutiérrez Caba, Jose Luis Gil, Jordi Rebelión y Jesús Cisneros, entre otros. Todos destacaron la alta calidad acústica del recinto. Y sus labios expresaron loas tan significativas como: "Estamos impresionados por las dimensiones del Auditórium", "Venir a Torremolinos y poder poner en escena una obra…es una gozada", "Teníamos muchas ganas de actuar en Torremolinos porque nos habían hablado muy bien del Auditórium y del público, y es cierto, estamos encantados". Palabras eternas de los dioses de las tablas. Dignos elogios de esta gloria de Torremolinos que es nuestro Auditórium.

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