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Si en 1999, tras ganar en Barcelona el Gran Premio de Cataluña, subió a uno de sus seguidores en la moto vestido de pollo por seguir una broma relacionada con una inexistente pollería, Osvaldo, de Tavullia, su pueblo, y un equipo de fútbol de amigos, en Malasia al lograr su noveno título mundial la broma tuvo que ver también con la avicultura.
Rossi y los responsables de su club de seguidores, muy originales, pensaron que como ya es casi, a los 30 años, el más veterano de la parrilla y en cualquier caso mayor que la mayoría de sus rivales, harían camisetas con la leyenda “Gallina vieja hacer buen caldo”, pintadas con dos gallinas, un huevo con el nueve, el número de sus títulos, y bajaron a la pista con uno de esos animales vivo con un casco y una camiseta.
Las celebraciones del italiano se extienden a lo largo de su carrera deportiva, desde 1996: en 1997 sacó en Australia un 1 gigante para representar su primer mundial, en 125 cc; en 1999 se vistió de ángel en Brasil, en Rio de Janeiro, para divertirse con el segundo, el de 250 cc.
En 2001, el primero y único de 500 cc, se puso una camiseta en la que señalaba todas las razones por las que había vencido; en 2002, el primero de MotoGP, también en esa ciudad brasileña, él y diez miembros más de su club de seguidores se disfrazaron de jugadores de la selección de fútbol de ese país. Valentino llevaba la copa de campeón del mundo.
En 2003, en Malasia, en su tercer título en la máxima categoría, se disfrazó de James Brown y de preso bajo la leyenda “Ha ganado la voz”.
Al año siguiente se dedicó una bandera: “Che spettacolo”, (¡Qué espectáculo!), frase que con el tiempo se ha convertido en identificativa de sus victorias, y en 2005 en Malasia siete de sus aficionados se disfrazaron de enanitos y una chica de Blancanieves para conmemorar su séptimo título.
Después de dos años sin ganar, en Motegi el año pasado pidió perdón a sus seguidores con un “Perdonad el retraso”.