Como cada año, el próximo 11 de abril se celebrará el Día Mundial del Parkinson, una efeméride que conmemora el aniversario de James Parkinson, neurólogo británico que descubrió lo que en aquel tiempo llamó parálisis agitante y que hoy conocemos como enfermedad de Parkinson en honor a su nombre.
La enfermedad de Parkinson es una condición degenerativa, que se caracteriza por causar severos daños neurológicos, donde la persona tiene problemas para controlar el movimiento de su cuerpo. Es, por tanto, una afección que merma considerablemente la capacidad de quien la padece.
Si es dura la enfermedad para quien la sufre, lo es más para las familias y, por ello, quiero dedicar todo mi apoyo a quienes cuentan con un familiar en esta situación. Son ellos los que tienen que afrontar con las asociaciones o directamente todo el trabajo y el devenir de la enfermedad. Deben recibir toda la admiración de la sociedad en general tal y como sucede con otras enfermedades similares.
Conozco esta situación gracias a las múltiples reuniones que he tenido con colectivos dedicados al tratamiento, la asistencia, la ayuda y la defensa de personas que sufren estas enfermedades. Gracias a estos encuentros he podido tener conocimiento de la realidad que muchas familias tienen en su día a día. Es por ello que una de las peticiones más importantes que podemos hacer es el de la visualización de cara al conjunto de la sociedad de todo esto. Desgraciadamente, lo que no se ve no se conoce. Vivimos en un mundo tan simple como este y siempre hay que insistir en la necesidad de concienciación para construir un mundo mejor, más justo, más solidario y más consciente de la realidad que se sufre por parte de algunos.
En toda esta labor las Administraciones Públicas deben apoyar pero no solo económicamente. También deben empatizar con las familias de cara a conocer su problemática y no tratarlos como meros administrados. Por encima de todo debe tenerse en cuenta que son personas gravemente afectadas por una enfermedad.
Por todo ello mi artículo de hoy como pequeño homenaje a este trabajo en muchos casos silencioso, desconocido que hacen las asociaciones y familias. Sin ellos, sin su aportación, la situación sería indudablemente peor que lo que nos encontramos en la actualidad y que les adelante que no es nada positivo.
Hagamos un esfuerzo por conocer esto y por trabajar entre todos por un mundo mejor. Es necesario remar entre todos en el mismo sentido y, con ello, se construirá una sociedad más justa y comprensiva.
