Al menos 23 miembros de las fuerzas de seguridad iraquíes han fallecido este jueves a consecuencia de un doble atentado suicida en el Comando de Operaciones Conjuntas de la provincia de Nínive, según ha informado la agencia iraquí de noticias NINA.
En base a estas informaciones, tras las explosiones han intentado irrumpir en el interior de la base un total de cinco terroristas suicidas, si bien éstos han sido abatidos por las fuerzas de seguridad antes de que lo consiguieran.
El miércoles, el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, advirtió que su país se enfrenta "a una guerra genocida" e hizo un llamamiento en favor de la celebración de una conferencia internacional para hacer frente al terrorismo en Irak.
"Está claro para los iraquíes y el resto del mundo que Irak es objeto de una guerra genocida contra todos sus componentes. No es sólo sectaria, ya que tiene como objetivo todos los componentes del país", dijo.
"Debemos acelerar la creación de un frente externo para hacer frente a las amenazas terroristas que emanan de Siria hacia los países vecinos, y que han estallado en Irak. Si el mundo permanece en silencio, no será sólo Siria, Irak o la región, sino que Al Qaeda se expandirá a otros países y será un fenómeno global", recalcó.
Estas declaraciones de Al Maliki contrastan con las que hizo la semana pasada, cuando aseguró que su Gobierno ha derrotado a "los terroristas y a los separatistas", al tiempo que destacó que está en el camino correcto para edificar un Estado fuerte.
Más de 6.000 personas han muerto en Irak a causa de la violencia en lo que va de año, mientras los grupos islamistas suníes y otros movimientos insurgentes van ganando terreno en su lucha contra el Gobierno de Bagdad, dominado por miembros de la confesión chií.
Una de las principales preocupaciones derivadas del conflicto en Siria para Bagdad es la presencia en el país del Frente al Nusra, una organización vinculada con Al Qaeda que ya ha sido incluida por Estados Unidos en su lista de organizaciones terroristas, y del Estado Islámico de Irak y el Levante, surgido tras la unificación del Estado Islámico de Irak --la rama de Al Qaeda en el país-- y varias milicias salafistas sirias.
En febrero, el Estado Islámico de Irak llamó a levantarse en armas contra el Gobierno de Al Maliki a la población suní de Anbar --la provincia más grande del país y con fronteras con Jordania, Siria y Arabia Saudí-- y, por extensión, del resto del país.
Naciones Unidas cifró en 761 el número de muertos durante el mes de junio debido a los ataques de las milicias insurgentes en Irak, una cifra inferior a la recogida en mayo, cuando la violencia alcanzó su peor repunte desde la guerra sectaria de los años 2006 y 2007.
Pese a que la violencia está por debajo del nivel de aquellos años, continúan produciéndose ataques diarios de los milicianos de Al Qaeda y otros grupos armados suníes, en un intento de debilitar el Gobierno actual, liderado por chiíes, y generar mayor confrontación en el país.