Italia ha visto caer cinco gobiernos diferentes en la última década que no lograron completar ni una sola legislatura, tanto si surgieron de unas elecciones, como si fueron nombrados por el Jefe del Estado, pues la arena política italiana no es terreno fácil para desarrollar un programa de Gobierno.
Es sintomático el hecho de que el segundo gobierno del líder del centroderecha italiano, Silvio Berlusconi, que duró desde junio de 2001 hasta mayo de 2006, fuera el más largo en la historia de la República.
Berlusconi dimitió tras las elecciones regionales de 2005, en el que su formación, la "Casa de las Libertades", obtuvo una clara derrota.
A pesar de su dimisión, Berlusconi concurrió a las elecciones de 2006, en las que fue derrotado por el líder de la coalición de centroizquierda "La Unión", Romano Prodi, por una ajustada resultado.
Ante las críticas por su política exterior, Prodi presentó la dimisión en febrero de 2007 pero su formación no la aceptó y continuó como jefe de Gobierno aunque apenas lo fuera por un año más.
El 24 de enero de 2008 perdió una moción de confianza en el Senado por la retirada del apoyo de los democristianos Populares-UDEUR, un grupúsculo de la coalición "El Olivo" con la que gobernaba Prodi, tras un escándalo de corrupción de su por entonces ministro de Justicia, Mario Clemente Mastella.
A pesar de sus intentos por mantener una estabilidad institucional, el ya entonces presidente de la República Italiana, Giorgio Napolitano, convocó unos comicios que se celebraron en abril de ese mismo año.
Una vez más, Berlusconi, que concurría con su nueva formación, el "Pueblo de la Libertad" (PDL), ganó las elecciones.
Rodeado de escándalos sexuales, "il Cavaliere" se vio forzado a dimitir en noviembre de 2011, aunque el motivo real fuera la grave crisis económica que atravesaba el país - y que aún perdura-, agravada por la insostenible prima de riesgo que alcanzaba máximos históricos y amenazaba con colapsar Italia.
El presidente de la República, con el apoyo implícito de la UE, decidió encomendar la formación de un nuevo Gobierno a Mario Monti, quien contaba con una reconocida trayectoria en Bruselas.
El nuevo Gobierno "tecnócrata" no tuvo que pasar por plebiscitos pues lo que se buscaba era garantizar la estabilidad de la errante economía italiana.
El Ejecutivo de Monti introdujo medidas de austeridad y las reformas requeridas por la UE hasta que en diciembre de 2011, el PDL de Berlusconi le retiró su apoyo tras haberse aprobado el "pacto de estabilidad" en el Parlamento.
En febrero de 2013 se volvieron a celebrar elecciones con Berlusconi y el nuevo líder de centroizquierda Pier Luigi Bersani como principales candidatos, pero con un invitado sorpresa, el cómico Beppe Grillo y su "Movimiento 5 Estrellas" que se llevarían una buena parte de la confianza del electorado.
Bersani fue el ganador sin premio pues su pírrica victoria le impedía formar un gobierno con su propio partido, al tiempo que el "Movimiento 5 Estrellas" se negó a pactar y tampoco lo quiso hacer el PDL de Berlusconi.
El resultado fue la formación de un Gobierno de coalición, el primero de estas características en Italia, entre el PDL y el PD encabezado por Enrico Letta, de centroizquierda pero con antecedentes - personales y familiares- en el centroderecha.
Ni un año ha alcanzado a completar este gobierno de coalición y ante lo que se pudiera pensar, el culpable no ha sido el centroderecha sino que el Ejecutivo de Letta ha sido dinamitado por el propio PD.
El político pisano no ha podido contra el que se ha convertido en su contrincante más peligroso, e instalado en su propia casa, el secretario general del PD y alcalde de Florencia, Matteo Renzi.
El ambicioso Renzi, como se definió a sí mismo, no ha tenido reparos en pactar una ley electoral con Berlusconi, pidió hoy la formación de un nuevo Gobierno tan sólo un día después de que Letta presentase su plan "Compromiso Italia 2014" y se perfila como posible cabeza visible de un futuro Ejecutivo.