Cientos de sudafricanos reclaman esta semana que Israel sea sometida a un boicot internacional como el que logró tumbar al "apartheid", acusando a este país de aplicar políticas segregacionistas contra los palestinos similares a las que ellos sufrieron.
"La ley internacional define 'apartheid' como la opresión y la dominación de un grupo sobre otro", dice el profesor Ran Greenstein, durante un acto en la Universidad de Witswatersrand de Johannesburgo, uno de los centros donde se celebra la denominada "Semana del 'Apartheid' Israelí" (SAI).
"Esto es lo que pasa en Israel", añade el académico, que cita la ocupación militar y la restricción de movimientos que sufren los palestinos y la definición de Israel como "Estado judío" -que a su juicio convierte a sus musulmanes en ciudadanos de segunda- para denunciar el "apartheid israelí".
Greenstein, de nacionalidad israelí, habla en uno de los más de cien actos -proyecciones de películas, debates, conferencias, exposiciones, carreras populares- que se celebran en distintas ciudades del país durante la SAI, un evento anual que también se celebra en otros países.
"Queremos mostrar las similitudes del 'apartheid' que vivió Sudáfrica con lo que pasa en Israel, donde el Gobierno decide dónde pueden ir los palestinos y dónde no, dónde deben vivir", cuenta a Efe Ismail Ally, del Comité de Solidaridad con Palestina (CSP) de la universidad.
Sentados sobre el césped frente al profesor, estudiantes de todas las razas, algunos con pañuelos palestinos, le preguntan por las perspectivas del boicot y las salidas que ve al conflicto de Oriente Medio.
"Llevará tiempo que el mundo trate a Israel como trató a Sudáfrica, pero también costó hacer visible la causa palestina y se logró. Depende de nuestro trabajo", contesta Greenstein, que anima a los jóvenes a establecer contactos con organizaciones de la sociedad civil palestina, al margen de las autoridades.
"Existen dos soluciones: que Israel incorpore a los palestinos en un solo Estado, con derechos iguales, o que acepte la independencia de Palestina. Israel no quiere ninguna de las dos salidas".
El intelectual lamenta la "falta de voluntad" de los líderes israelíes para desatascar la situación, y cree que sólo la presión -puertas cerradas a foros internacionales, parar la venta de armas, etc- puede "hacer razonar a quien no quiere hacerlo".
Delante de la carpa de la SAI -organizada en todo el mundo por el movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS)-, hay estudiantes proisraelíes y jóvenes de Israel venidos expresamente para la ocasión.
"Poner más odio y problemas al conflicto no beneficia a nadie", dice Nathan Pollack, de la Unión Sudafricana de Estudiantes Judíos (USEJ), cuya presencia aquí pretende ofrecer a todos su postura sobre lo que pasa en Israel.
"Boicoter a Israel no va a traer la paz, pero sí contribuye a equilibrar dos bandos desiguales y les fuerza a buscar soluciones", responde Shaeera Kalla, presidenta de la CSP.
Estudiantes de ambos lados conviven con normalidad y hablan entre los distintos actos.
Kalla ve en un solo estado no religioso que incluya a israelíes y palestinos la solución más deseable, pero ve más factible la creación de dos estados, pese a las complicaciones que los asentamientos de colonos judíos suponen para la viabilidad de un Estado palestino.
"¿Por qué clasificar a la gente como judía, no judía, árabe, etc., y no simplemente como ciudadanos de Israel? Eso es propio de un sistema de 'apartheid'", afirma la estudiante, volviendo al tema central de la SAI.
"Mientras se siga viendo a un niño árabe como una amenaza demográfica y no como un ser humano seguirá habiendo 'apartheid' en Israel", concluye Kalla.