El ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Mohamad Yavad Zarif, regresó a primera hora de hoy a Teherán, donde fue recibido con aplausos por numerosos ciudadanos, junto a su equipo negociador en las conversaciones mantenidas en Lausana (Suiza) con el Grupo 5+1.
Zarif, una de la caras más visibles tras el pacto alcanzado entre Irán y el Grupo 5+1 (EE. UU., China, Francia, Reino Unido y Rusia, más Alemania) que recoge los principios para un acuerdo definitivo que ponga dentro de tres meses fin a doce años de conflicto por el proyecto nuclear de su país, volvió a su país tras culminar nueve días de intensas negociaciones.
A su llegada, el ministro valoró el acuerdo anunciado anoche y señaló que las soluciones recogidas en el comunicado que se presentó en Lausana, servirá como base para el documento final de las negociaciones nucleares.
Los puntos señalados en el comunicado final de Lausana "servirán como la plataforma de partida con la que, por la gracia de Dios, las soluciones serán culminadas en mayo", añadió.
Ese pacto permitiría a Irán mantener un programa nuclear muy reducido y bajo un estricto control a cambio de varios incentivos económicos y políticos en caso de que cumpla con lo acordado.
Pese a lo tardío de la hora en la que anoche se hizo público ese plan en Irán, decenas de ciudadanos iraníes salieron a la calle a festejar el anuncio.
La inmensa mayoría de los iraníes deseaba encontrar algún tipo de acuerdo con Occidente y normalizar sus relaciones para que las enormes restricciones económicas que pesan sobre el país sean eliminadas, aunque tampoco querían que les fuera negado su derecho a poseer e investigar en el campo de la energía nuclear con fines pacíficos.
De momento, ni el líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jameneí, la más alta figura político y religiosa del país, ni el presidente, Hasán Rouhaní, se han pronunciado sobre este plan.
Si se espera que hoy viernes, día de oración, las autoridades religiosas encargadas del sermón hablen del asunto nuclear, tal y como hace habitualmente, en lo que se suele interpretar como la opinión del influyente clero chiíta, al que pertenecen tanto Jameneí como Rouhaní, respecto a las cuestiones políticas.