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Identificar desaparecidos en Colombia, una ardua tarea marcada por el miedo

Valdés atiende con la imprescindible bata blanca en la sede central del Instituto en Bogotá, donde entre la morgue y los laboratorios trabaja a destajo un nutrido cuerpo de antropólogos, patólogos, radiólogos, odontólogos forenses y genetistas

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Identificar a decenas de miles de desaparecidos en Colombia es una compleja tarea científica que no encuentra su mayor escollo en el laboratorio sino en el miedo que impide recopilar la información necesaria para devolver la identidad a restos que en ocasiones llevan décadas de espera.

"La identificación esta rodeada de enemigos", sentencia a Efe Carlos Valdés, director del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, que asume esta tarea sin conocer, al igual que el resto de entidades en Colombia, la magnitud de un reto que acaba de hacerse gigante con el acuerdo entre el Gobierno y las FARC para buscar a los desaparecidos.

Valdés atiende con la imprescindible bata blanca en la sede central del Instituto en Bogotá, donde entre la morgue y los laboratorios trabaja a destajo un nutrido cuerpo de antropólogos, patólogos, radiólogos, odontólogos forenses y genetistas.

Las seis plantas del edificio y su trasiego constante de personal recuerdan a un hospital por el blanco de las paredes y el olor a desinfectante, pero aquí el cuerpo no busca curarse sino recuperar su identidad, una tarea que comienza con la llegada de los restos procedentes de las fosas individuales o comunes que poco a poco se van desenterrando en Colombia.

"No hacemos diferencia entre cadáveres del conflicto armado, no queremos hacer diferenciación. Tenemos la cifra de cerca de 55.000 personas desaparecidas, de las cuales unas 22.000 podrían corresponder a desapariciones generadas por el conflicto, pero es un estimado", apunta Valdés.

Lo cierto es que incluso este experto considera que la cifra real podría ser mucho mayor, algo que defienden organizaciones de familiares de desaparecidos, que apuntan a que los ausentes pueden ascender a 80.000 personas.

Cómo encontrarlas es una pregunta que obsesiona a Medicina Legal, que indica que del total de cuerpos recuperados se consigue identificar apenas un 20 % porque, aún si se consigue obtener el perfil genético del cadáver, no se tiene con quien realizar el cotejo de datos.

Es decir, ¿cómo demostrar que es el hijo de alguien, si no se puede comparar con el ADN de uno de los progenitores?

Y aquí se detiene la cadena que comienza con la llegada de los restos al Instituto. Si aún tiene "material blando", cuenta a Efe María Cristina Romero, coordinadora del grupo de Antropología, se quedan en la morgue, pero si reciben restos óseos, su equipo se hace cargo.

Lo hacen en una sala con alrededor de diez mesas lo suficientemente grandes para disponer un esqueleto y, en caso de que sea necesario, la ropa encontrada junto a él.

Calcetines llenos de tierra, camisetas rasgadas por lo que podría ser un machetazo o un disparo de arma de fuego pueden dar pistas claves para empezar a armar su perfil genético: ¿Es hombre o mujer?, ¿Cuál puede ser su rango de edad?, ¿Tenía algún tipo de lesión, como una cojera, que los familiares puedan reconocer?

Después, en el laboratorio, se raspa parte de uno de los huesos para, a través del polvo generado, obtener ADN que aporta datos a su perfil, que se guarda en una base de datos a la espera de que informes judiciales puedan encontrar a sus posibles familiares y hacer el cotejo.

Se tarda entre 20 y 30 días obtener un perfil genético "con trabajo continuo", dice Valdés, que cuenta con 200 de estos funcionarios en todo el país. Para atender el acuerdo entre el Gobierno y las FARC, que han prometido dar información para acelerar la búsqueda e identificación, entre otras medidas, este experto considera que el Instituto debe triplicar su personal.

Si hay algo del acuerdo que da esperanza a Valdés es la información nueva que puede traer, tanto por parte de la guerrilla como del Estado.

"La mayor dificultad para la identificación humana es primero el tiempo, lo segundo y más grave es la indiferencia. Muchas de estas investigaciones están rodeadas de tal indiferencia que no se permite recopilar información", destaca.

La falta de información viene, a su juicio, de una sociedad que no da datos porque esta hastiada por la violencia, pero también porque muchos familiares no denuncian por miedo a ser señalados y que los grupos armados regresen.

El Comité Internacional de Cruz Roja (CICR), que ayudará en el histórico acuerdo, ya avisó esta semana que faltan denuncias.

Hablar con la verdad puede dar a Medicina Legal datos sobre cuándo y dónde fueron asesinados los desaparecidos, cuál era su complexión, si tenía algún defecto físico que puedan reflejar sus huesos y, lo que sería más importante, quienes dijeron que eran antes de enmudecer.

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