El Gobierno de EE.UU. acusó este martes a la inteligencia de China de apoyar los ciberataques de dos "hackers" chinos contra empresas de 11 países, entre ellos España, para intentar robar datos de la vacuna para la COVID-19 y secretos de tecnología militar.
Los "hackers", identificados como Li Xiaoyu, de 34 años, y Dong Jiazhi, 33 de años, presuntamente se dedicaban al ciberespionaje para "beneficio propio" y también para ayudar al Ministerio de Seguridad de Estado chino, una de las agencias de inteligencia más misteriosas del mundo y que, en EE.UU., equivaldría a la CIA.
EE.UU. asegura que el Ministerio de Seguridad de Estado chino daba a los piratas informáticos información sobre cuáles eran los puntos débiles en el software de las compañías que se habían convertido en un blanco.
Además, un agente del Ministerio de Seguridad de Estado chino les prestaba ayuda personalmente, detalla el escrito de acusación de los fiscales de EE.UU., al que accedió Efe.
ESPAÑA, ENTRE LOS PAÍSES ATACADOS
Los fiscales aseguran que los acusados comenzaron a operar en 2009 y, desde entonces, robaron secretos comerciales y de propiedad intelectual valorados en cientos de millones de dólares.
En su carrera criminal, los "hackers" atacaron al menos 13 empresas en EE.UU. y a otras 12 compañías localizadas en once naciones: EE.UU., Australia, Bélgica, Alemania, Japón, Lituania, Países Bajos, Corea del Sur, España, Suecia y Reino Unido.
Los acusados atacaron organizaciones de todo tipo y robaron información sobre programas militares para proteger a satélites, sistemas láser de gran potencia y hasta un programa que buscaba mejorar la integración entre helicópteros y buques de asalto anfibio.
Los fiscales no mencionan en el escrito de acusación los nombres de las compañías afectadas y se limitan a hacer descripciones generales.
Por ejemplo, en el caso de España, se explica que la empresa atacada se dedica a la "electrónica y la defensa".
El ciberataque contra esa firma española se produjo en marzo de 2020 y los piratas chinos lograron robar aproximadamente 900 gigabytes de información sobre tecnología para el sector civil y de defensa, indica el escrito de los fiscales de EE.UU. sin dar más detalles.
También fueron atacados un centro británico que investiga tratamientos contra el cáncer; una empresa australiana de energía solar y una compañía sueca que diseña juegos para internet.
OBJETIVO: FAMARCEÚTICAS DE EE.UU.
Entretanto, en el caso de EE.UU., los "hackers" chinos intentaron robar información a al menos cuatro empresas que se dedican a la investigación médica: una localizada en California, otra en Maryland y dos, en el estado de Massachusetts.
Aunque no se menciona el nombre, una de las firmas afectadas en Massachusetts podría ser la biotecnológica Moderna, muy conocida por estar al frente de los intentos para lograr una vacuna para el coronavirus y porque sus ensayos están entre los más adelantados, pues fue la primera en probar su vacuna en humanos.
En una rueda de prensa, el subdirector del FBI, David Bowdich, aseguró que habrá "graves consecuencias" para China si el Ministerio de Seguridad de Estado continúa con sus "tácticas cibernéticas maliciosas para robar lo que no pueden crear".
"Los cibercrímenes dirigidos por la inteligencia del Gobierno chino no solo son una amenaza para EE.UU. pero también para cualquier otro país que apoya las normas internacionales y el Estado de derecho. Esto socava seriamente el deseo de China de convertirse en un líder respetado en el mundo", manifestó Bowdich.
El 13 de mayo, el FBI y otra agencia de la inteligencia de EE.UU. ya aseguraron en un informe que "hackers" chinos estaban atacando los centros de investigación estadounidenses para robar información sobre las vacunas y los tratamientos que se están probando para el coronavirus.
Sin embargo, esta es la primera vez que EE.UU. acusa a nacionales chinos de esos supuestos ciberataques.
En total, EE.UU. presentó contra los acusados 11 cargos criminales que, en algunos casos, acarrean una pena máxima de hasta 20 años de prisión.
No obstante, ambos individuos residen en China y es poco posible que lleguen a ser juzgados en EE.UU., porque Pekín y Washington no tienen un tratado de extradición.
TENSIÓN BILATERAL
Desde que llegó a la Casa Blanca en 2017, el presidente de EE.UU., Donald Trump, ha acusado constantemente a China de robar la propiedad intelectual de empresas estadounidenses, algo que Pekín ha negado rotundamente.
El trasfondo del anuncio de hoy de Washington es la guerra comercial que mantienen ambas potencias económicas desde hace dos años, la guerra tecnológica, una subyacente pugna por la hegemonía y, más recientemente, el intercambio de culpas entre Pekín y Washington sobre quién de los dos originó la actual pandemia de coronavirus.