La convocatoria de un huelga general en Birmania este lunes está teniendo un gran seguimiento en Ragún, la mayor ciudad del país, donde por tercer día consecutivo miles de personas salieron a las calles en protesta contra la junta militar que tomó el poder hace justo una semana.
El llamamiento de diferentes organizaciones a los trabajadores paralizó prácticamente la antigua capital mientras miles de personas se concentraron en el casco histórico, lo que paralizó el tráfico.
Un día más la afluencia de manifestantes en las calles de Ragún, con una población de más de 5 millones de habitantes, está siendo masiva en unas protestas en las que se pide la liberación de la depuesta líder del país, Aung San Suu Kyi.
La huelga también está teniendo seguimiento en algunos ministerios, como de Asuntos Exteriores, donde funcionarios y cargos medios han empezado a unirse al movimiento de desobediencia civil, según pudo saber Efe.
Aunque en un primer momento los bancos de la ciudad estaban operativos la escasa afluencia de trabajadores estaba obligando a cerrarlos, informó la prensa local.
En la capital administrativa Naipydó, donde miles de personas se concentraron en una intersección en la zona de los ministerios, la policía utilizó cañones de agua contra los manifestantes durante al menos 30 minutos con el objetivo de disolver la protesta.
Hasta ahora las fuerzas de seguridad no habían cargado contra los manifestantes que, por su parte, han evitado en todo momento la confrontación con la policía.
El movimiento de desobediencia civil, que empezó con los paros del personal sanitario, se ha extendido a lo largo de Birmania, tanto en grandes núcleos urbanos como Naipyidó, la capital fundada por los militares, y Mandalay, la segunda ciudad más poblada, como en zonas menos habitadas como Kutkai, en el estado Shan, o Myitkyina, en el estado Kachin.
Durante el fin de semana Birmania vivió manifestaciones masivas no vistas en más de un década en el país, en las que los manifestantes pidieron al Ejército respetar los resultados de los comicios de noviembre, donde arrasó la Liga Nacional para la Democracia (LND), y la liberación los líderes democráticos arrestados durante el levantamiento, entre ellos la nobel de la paz, Aung San Suu Kyi.
La junta militar levantó el domingo el bloqueo a las comunicaciones por internet, ordenado el sábado cuando se registraron las primeras manifestaciones masivas contra el golpe y que duró más de 24 horas.
"Sin embargo, las redes sociales siguen estando restringidas para muchos y la situación sigue siendo tensa", apunta el portal de seguimiento Netblocks, con sede en Londres, en referencia al bloqueo contra Facebook y Twitter, que muchos usuarios logran burlar a través de programas VPN (red privada virtual).
"Birmania se levanta para liberar a todos los detenidos (por el Ejército) y rechazar la dictadura militar de una vez por todas", apuntó hoy Tom Andrews, relator especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en Birmania.
Desde la asonada al menos 152 personas continúan detenidas, entre ellas dos sentenciadas a dos años de cárcel por cargos que no han sido precisados, mientras que las autoridades han puesto en libertad a otras 13 personas que habían sido arrestadas durante el golpe, indica la Asociación de Asistencia para Prisioneros Políticos.
Los militares, que ya gobernaron el país con puño de hierro desde 1962 hasta 2011, tomaron el poder el pasado lunes al alegar un fraude masivo en las elecciones de noviembre, donde la LND de Suu Kyi se impuso en el 83 % de los escaños en liza.
Desde que se iniciaran las protestas, la nueva junta militar no se ha referido a ella y los medios controlados por el Estado, como el diario The Global New Light of Myanmar o la televisión pública han evitado cualquier noticia sobre las movilizaciones pacíficas de oposición contra los uniformados.