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Mercenarios extranjeros y discrepancia militar, obstáculos para la paz en Libia

Junto a la precariedad de infraestructuras básicas como el fluido eléctrico

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  • Libia -

La presencia de miles de mercenarios extranjeros, el desarme fallido de las milicias, la creación de un Ejército unificado y el lento avance de las negociaciones en el seno del comité militar conjunto 5+5 son, junto a la precariedad de infraestructuras básicas como el fluido eléctrico, los obstáculos que amenazan el nuevo esfuerzo de paz por el que atraviesa Libia.

Dificultades que dominan la agenda de la II Conferencia internacional de Donantes de Berlín que se celebra hoy con el objetivo de fortalecer el proceso de transición política iniciado el pasado octubre y que lidera el nuevo Gobierno Nacional de Unidad, elegido hace tres meses por el Foro de Diálogo Político para Libia (FDPL), un organismo no electo creado "ad hoc" por la ONU.



Al corazón de Europa está previsto que lleguen altos representantes de los cinco países miembros permanente del Consejo de Seguridad de la ONU así como de otros estados involucrados en el internacionalizado conflicto bélico libio, como Italia, Turquía, Emiratos Árabes Unidos.

Asimismo está anunciada la presencia del primer ministro de transición libio, Abdul Hamid al Dbeibah, líder del gabinete interino que debe unificar, estabilizar y conducir el país hasta las elecciones legislativas previstas parta el 24 de diciembre de este año.

MERCENARIOS RUSOS

La prioridad máxima es la salida de los miles de mercenarios extranjeros llegados en los últimos dos años para reforzar a los dos gobiernos en conflicto, reclutados tanto por Turquía como por Rusia, los dos estados que más influyen en la actualidad en Libia.

Unos tres mil soldados de fortuna adscritos al controvertido "Grupo Wagner" en el caso de Ejecutivo no reconocido en el este del país, tutelado por el mariscal Jalifa Hafter, ademas de cientos de chadianos, nigerinos, sudaneses y sirios adscritos a las milicias favorables al presidente Bachar al Asad.

Y cerca de 20.000 combatientes sirios, reclutados por Ankara entre los grupos de oposición islamista a la dictadura en Damasco.

La gran diferencia a la hora de forzar su salida es que mientras Ankara nunca ha ocultado su relación con los mismos, la política de Moscú es no reconocer vinculación alguna con lo que denomina Compañías Privadas de Seguridad Militar (PSMC) aunque esté demostrado que quienes las integran proceden de sus fuerzas de Seguridad y los servicios secretos rusos.

"Wagner Group", que tiene tres bases en el este, centro y sur de Libia, es propiedad del oligarca Yevgeny Prighozin, amigo íntimo del presidente ruso Vladimir Putin.

"Es muy complicado negociar la salida de estos mercenarios porque Rusia se desvincula de ellos, como ya hizo en Siria. La única vía es eliminarlos", explica a Efe Jalel Harchaoui, investigador del prestigioso centro de análisis "Global Iniciative".

Harchaoui, cree, además, que Rusia se ha percatado del gran valor estratégico que tiene su presencia militar en Libia, no solo como trampolín hacía África sino como fuente de inquietud para la OTAN en el Mediterráneo Oriental, "su patio de atrás".

PRESIÓN SOBRE TURQUÍA

Expertos creen, por su parte, que la mayor presión en Berlín recaerá sobre Turquía, que además de soldados de fortuna es el único país que tiene una sólida y abierta presencia militar en el norte de Libia.

Además de bases navales en la costa noroeste, el Ejército turco está asentado en la base aérea de Al Watiya, fronteriza con Túnez y puerta de entrada al Sahel, otra de las áreas que observa con especial interés la política expansionista en África y el Mediterráneo del presidente turco, Recep Tayyeb Edogan.

Ankara tiene asimismo estrechos lazos con el primer ministro interino y en especial con el ministerio de Defensa del GNU, al que asesora en la formación y entrenamiento del futuro Ejército y con el que en los últimos meses ha firmado importantes acuerdos de venta de armamento, vínculos que preocupan a la UE y a EEUU.

"La continuidad de la venta de armas a Libia, pese al embargo de la ONU, es una de las muestras del fracaso de la primera Conferencia de Berlín", convocada por la ONU y la UE en enero de 2020, explica a Efe un analista de defensa europeo afincado en Túnez.

En su opinión, este flujo, unido a la falta de voluntad de desarme de las milicias y a las tensiones el seno del Comité Militar 5+5 - único organismo en el que los viejos gobiernos enfrentados dialogan - demuestran la fragilidad de la tregua acordada hace nueve meses bajos los auspicios de Rusia y Turquía y las sombras que se proyectan sobre la transición política.

"El tramo político parece avanzar. Pero en las cuestiones militares, como el desarme de las milicias, o la unificación del Ejército, estamos aún más cerca de una ruptura que del entendimiento", concluye.

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