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Plaza del Pósito

¿Por quién doblan las cacerolas?

A raíz del conflicto catalán crecieron los neoconversos al integrismo constitucional, eso sí, solo fijaron la atención en el artículo 155. Es una pena que...

Publicado: 18/05/2020 ·
21:57
· Actualizado: 18/05/2020 · 21:58
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Autor

Santiago Donaire

Santiago Donaire es un histórico militante socialista de la provincia de Jaén comprometido con su tierra

Plaza del Pósito

La actualidad política y social narrada en este espacio desde la experiencia de un librepensador

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A raíz del conflicto catalán crecieron los neoconversos al integrismo constitucional, eso sí, solo fijaron la atención en el artículo 155. Es una pena que desaprovecharan la ocasión para repasar algunos otros artículos, como los que hacen referencia al derecho a la vivienda o a la progresividad de los impuestos. Quiero recordaros lo que establece el artículo 31.1 de la Constitución española: «Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad…».

La derecha española tarda mucho en adaptarse, en cambiar, por eso los tildamos de inmovilistas. A la libertad y a la democracia llegaron a regañadientes, el divorcio tardaron en asumirlo, aun reniegan de los que profesan otras opciones de religión que no sea la suya, no estaban por ver como iguales a quienes optan por diferentes formas de sexualidad, ni hablar del aborto, el ingreso mínimo vital, el cambio climático, la movilidad sostenible, la evolución de las especies o, incluso, que la tierra es redonda aún no está asumida por todos; ellos siempre fueron así, encerrados en su bunker ideológico. Y claro, como era de esperar, en el tema de la progresividad de los impuestos también se atrincheraron. Exigen una bajada impositiva, pero nunca hablan de los recortes que provocaría la reducción de ingresos. Es fácil, nos basta con ver lo que hicieron en la  anterior crisis. Un buen ejemplo es la sanidad de Madrid, con menos camas y sanitarios que en 2008.

Cuando desde el Gobierno se estudia aumentar la carga fiscal un 2% a los que ganan más de 1 millón de euros al año, con el fin de contribuir a salir de la mayor crisis económica desde la Guerra Civil, lo más llamativo no es el aireado rechazo de los propios afectados, si no como se enfurecen algunos que ni por asomo llegan a esa cantidad. Esa miserable actitud de unos y otros nos sirve para matizar el patriotismo de bandera y pulserita del que tanto alardean: el país al que dicen amar, su patria, se sitúa en su cuenta bancaria o en la de su jefe.

¿Debemos pagar todavía más impuestos? La respuesta es muy sencilla: NO. Basta con cumplir la Constitución, que paguen más los que más tienen, los ricos y las grandes empresas españolas, que hoy pagan muy poco. Esa es la diferencia de nuestro país con respecto a los países de la zona euro. Cuanto más se paga, el país es más moderno, cuanto menos se paga nos iremos pareciendo a los países subdesarrollados.

Esta vez su resistencia al cambio, tiene explicación y por ello se manifiestan pidiendo libertad, libertad para no pagar más, para sus cuentas en Suiza o para sus amnistías fiscales. Por todo ello doblan las cacerolas.

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