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Provincia de Cádiz

José Ortiz, una carrera meteórica, alocada e irregular

Frustrada cualquier alternativa de cambio en el PP provincial de Cádiz, abandona la Alcaldía de Vejer y se refugia en el Congreso de los Diputados

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  • José Ortiz, flanqueado por Antonio Sanz y María José García-Pelayo. -

Mañana José Ortiz cierra su etapa como alcalde de Vejer tras ocho años y medio en el cargo. Lo hace, pese a sus mayorías absolutas, con un balance con más sombras que luces en el estricto ámbito político porque su carrera ha sido meteórica y, quizá por eso, alocada e irregular, especialmente en el último tramo. Con tan solo 36 años, siempre ha despertado grandes expectativas porque ha interpretado con cierto desparpajo al principio el papel de verso suelto en una derecha gaditana esclerotizada, de perfil bajo, con Teófila Martínez como estrella deslumbrante entre tanta grisura. Pero el personaje, sin embargo, tomó vida propia y, acuciado por la necesidad de remarcar su estilo propio y despertar interés permanentemente, acabó sumiendo a propios y extraños en la más absoluta confusión y no cumplió nunca lo que se esperaba. Con el aún primer edil todo es contradicción, nada termina de pasar jamás y, ¡ay, qué fue de la prudencia!, la hemeroteca es un auténtico terror para él.  

Ortiz practica un discurso directo, sencillo, sin adornos, que ha sido muy celebrado, no es dado a adobarlo con referencias literarias, históricas o políticas. Sin embargo, siempre que tuvo en la mesa algún problema que podía complicarse repetía las palabras de Julio César a sus generales cuando iban en campaña rumbo al Rubicón: “Cuando lleguemos a ese río, cruzaremos ese puente”. Y le funcionó como regidor y en asuntos de gestión perfectamente. Resolutivo, ha demostrado cintura y capacidad para improvisar y hasta alcanzar acuerdos in extremis con otras administraciones para salvaguardar los intereses del municipio. Su actuación con el Hospital de Alta Resolución es ejemplar. Presionó a la Junta con un encierro en las instalaciones abandonadas y, entre mantas, no dejó de recibir visita de los vecinos que le llevaban algo caliente para comer y beber y mucho afecto. Devolvió a Irene García todas las pelotas, cortadas, a la red, que le envió para cargarle la responsabilidad de los retrasos en las obras y se erigió en el protagonista absoluto en la inauguración.

Pero nunca ha seguido la recomendación del emperador romano para conducirse con audacia fuera del despacho consistorial y más allá de las fronteras de Vejer. Los medios de comunicación y Twitter (¡tanto Twitter!) han sido su perdición. Primero aseguró que solo estaría ocho años al frente del Ayuntamiento, hasta sugirió la posibilidad de presentarse como candidato por Barbate, y acabó liderando finalmente la lista en su pueblo por tercera vez por, dijo, aclamación popular. Luego anunció que dimitiría como senador para centrarse única y exclusivamente en sus tareas municipales y, solo unas semanas después, tras la elección de Pablo Casado como presidente del PP, asumió la secretaría general del grupo popular en la Cámara Alta, en sustitución de Javier Arenas.

El apoyo a la candidatura de Casado recrudeció los enfrentamientos latentes entre gran parte del partido y la vieja guardia del PP provincial. Sin embargo, Ortiz desaprovechó la oportunidad para crear equipo tanto en Cádiz como en Andalucía, donde se movió, por indicaciones de Madrid, para preparar una alternativa a Juanma Moreno, dado por estrellado en las elecciones autonómicas de diciembre del año pasado por Génova. Número uno al Parlamento, y después de que el pacto con Ciudadanos y Vox fortaleciera al líder andaluz, Ortiz renunció a su acta en la Cámara autonómica y renunció también a liderar cualquier alternativa a Antonio Sanz. Tras dar su apoyo a Ana Mestre como nueva presidenta provincial, pactar con María José García-Pelayo el número dos al Congreso y marcharse ahora a Madrid, Ortiz pone punto final a una etapa en la que ha cuestionado su crédito.

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