La industria del cine de Berlín está en auge y los mejores cineastas del mundo viajan hasta la capital alemana por sus bajos costes de producción, los generosos subsidios gubernamentales y el prestigio cultural, en mitad de la crisis económica global.
Prestigiosos directores como Quentin Tarantino y Roman Polanski están acudiendo a la capital alemana a rodar, ofreciendo éxitos como Malditos Bastardos o El Escritor, mientras talentos locales como Til Schweiger y Roland Emmerich han regresado de Hollywood para sumarse a la fiesta.
Y lo que la industria cinematográfica de Berlín pierde en tamaño -ubicada bien por detrás de Hollywood- lo suple en prestigio, tras obtener decenas de premios en los últimos años, incluyendo un puñado de Oscar.
"Berlín cuenta con algunos factores de éxito claves; uno es la ciudad misma: la gente simplemente quiere estar en Berlín", dijo Carl Woebcken, director ejecutivo de Babelsberg, el más antiguo complejo de estudios a gran escala a un breve trayecto en tren desde el centro de la ciudad.
Desde la reunificación de Alemania hace dos décadas, Berlín ha pasado de ser una ciudad dividida y atribulada a una audaz meca cultural para personalidades creativas en busca de alquileres baratos y una vía de escape al 'establishment'.
"Es una ciudad muy accesible, por lo tanto es relativamente barato rodar películas aquí", explica Woebcken a Reuters en una espaciosa oficina con vistas a un estudio de 40 hectáreas. "También contamos con una muy alta variedad de localizaciones en torno a Berlín que otras ciudades no tienen: todas estas bases militares y tantos tipos tan diferentes de edificaciones de antiguas a nuevas, de alemana del este comunista a nazi", dijo Woebcken.
La industria cinematográfica de Berlín solía competir con Hollywood, produciendo clásicos como The Blue Angel, con la participación de una joven y provocadora Marlene Dietrich y la obra maestra futurista Metropolis de Fritz Lang, antes de que los nazis tomaran el poder en 1933.
Bajo el Tercer Reich y el Gobierno comunista de Alemania Oriental, la industria perdió gran parte de su talento y reputación frente a la censura usada para producir propaganda. Pero ahora vive un auge, con el rodaje de unas 300 películas cada año, algunas abordando su turbulento pasado.
Entre las películas recientemente rodadas en Berlín y que aprovecharon las locaciones históricas están la ganadora del Oscar La vida de los otros, sobre un agente de la policía secreta de Alemania Oriental, y el drama de la Segunda Guerra Mundial Valkyria, protagonizado por Tom Cruise.
IMAN PARA SUBSIDIOS
Los generosos subsidios estatales para películas en Berlín, desde préstamos flexibles a créditos impositivos, han resultado ser cruciales ante la crisis financiera internacional. Estos han ayudado a que pequeños estudios europeos eviten el destino de sus pares estadounidenses independientes, que dependían más de bancos y fondos de protección y que sufrieron por la falta de su financiación.
"Dado que las películas en Europa dependen menos de inversores privados, también se vieron menos afectadas por la crisis", dijo Kirsten Niehuus de Medienboard Berlin-Brandenburg, una junta local de financiación que ha repartido casi 30 millones de euros (40 millones de dólares) en el 2009.
"Uno puede ver claramente a los cineastas tratando de obtener financiación de otros sitios a raíz de la crisis financiera. Y esto proporciona a Alemania la posibilidad de trabajar con talentos emocionantes e internacionales", señala Niehuus, agregando que el fénomeno ha llevado la competencia de los equipos alemanes a los más altos estándares.
Estrellas internacionales como Kate Winslet, quien ganó un Oscar a mejor actriz por El lector, que fue filmada en Babelsberg, han colmado de elogios a los equipos técnicos alemanes por su profesionalidad.
La creación en el 2007 del Fondo Federal Alemán para el desarrollo Cinematográfico (DFFF, por sus siglas originales) que ofrece a cineastas subsidios de hasta el 20 por ciento del presupuesto de una película, dio un espaldarazo adicional a la industria cinematográfica de la ciudad.
Parte del dinero debe ser gastado en Alemania, dijo Niehuus, pero el DFFF impone menos restricciones que los fondos en otros países como Gran Bretaña o Francia, por lo que atraen más coproducciones internacionales.
"Todo se trata de encontrar la financiación, completarlo y producir a bajo coste. Ir a los sets y cenar con el director, esa es la parte divertida del negocio, pero por supuesto que la realidad sólo tiene que ver con los números", añade Woebcken.
El debilitamiento del euro respecto del dólar durante la crisis ha hecho de Berlín una ciudad tanto más atractiva para los cineastas estadounidenses. Y si bien algunos temen que los fondos europeos para el desarrollo cinematográfico sufran de inminentes iniciativas de austeridad, Alemania ha estado aislada de profundos recortes al gasto, explica Niehuus.
Recortes en otros lugares podrían llevar a más directores de cine a Berlín. Gran Bretaña anunció el mes pasado sus planes de eliminar su Consejo de Cine, que hace presión a favor de la industria cinematográfica británica e invierte 23 millones de dólares al año en producciones locales.