que se han cometido abusos por parte de los bancos en la concesión de las hipotecas, por mucha letra pequeña que lleven las pólizas de crédito y que el firmante debe leer atentamente antes de rubricarlas y que existe indefensión después de la firma por cómo se hizo y se permitió, es algo de lo que la Unión Europea ya ha alertado. Y teniendo en cuenta esa circunstancia y una mínima conciencia social, las ‘víctimas’ de la gran burbuja que ahora pierden sus viviendas sobrevaloradas merecen el apoyo de la sociedad, habida cuenta de que las medidas administrativas que se están tomando apenas llegan a una piel del asunto que no llegan a traspasar.
Es bueno, porque demuestra que aún existen valores en la sociedad dignos de elogio, que haya asociaciones dedicadas a evitar los desahucios de personas que han perdido su medio de vida y con ello la posibilidad de hacer frente a sus obligaciones, lo que ya de por sí precisaría de un trato especial al ser víctimas de una situación que no han buscado.
Es bueno que los partidos políticos, algunos más que otros, se enfrasquen en apoyar a la ciudadanía en tales casos, aun a riesgo de provocar un efecto llamada que los ponga en el centro de unas soluciones que no van a poder aportar en todos los casos.
Es bueno que exista un clima de solidaridad con los que pasan por el trance de perder su derecho constitucional a tener una vivienda digna, que además compraron por mucho más de lo que valen ahora.
Pero también es bueno tener en cuenta que existen unas obligaciones contractuales en las que se basa la economía de mercado y que si algunos abusaron de ellas, otros pretenden no complir las propias abusando de la solidaridad ajena.