Una
receta más que
centenaria, con
materias primas de gran calidad, un
envoltorio más que característico y unas
manos artesanas. Ese es el
secreto del éxito de unas tortas de aceite, las de Inés Rosales, que han
conquistado medio mundo trasladando la
misma emoción que desde hace más de un siglo despierta en aquellos que abren
su papel de parafina para saborear un
producto tan característico que hasta la
alta cocina ahora se atreve a reinventar incluyéndola en sus cartas.
“Producimos más de
12 millones de paquetes de tortas de aceites y 500 toneladas de otros productos de pastelería tradicional”, indicaba Juan Carlos Espinosa, director general de Inés Rosales en una entrevista en 7TV, al hablar de las cifras de su
planta de Huévar del Aljarafe, en Sevilla, en la que trabajan
140 personas y con la que al cierre de 2023 facturaron unos
17 millones de euros, que esperan
elevar a los 18 en este 2024. Exportan a
30 países, aunque llegan a unos 50, y ahora quieren recuperar, tras la pandemia, el mercado en Taiwán o República Dominicana.
Espinosa no oculta que han pasado un
“traspiés” tras la
errónea alerta alimentaria que lanzaron a finales de abril en Valencia por la presencia de lactosa, no acta para alérgicos, que terminó siendo un falso positivo que certificaron con posteriores análisis.
La sorpresa inicial dio paso a la tranquilidad cuando se confirmó que esa proteína de leche no estaba presente: “
no tenía razón de ser”, decía, reiterando la importancia de sus protocolos de
seguridad alimentaria para no perder calidad, que
está “en nuestro ADN”.
De hecho, el
secreto de su producto está en
cómo se hace y en todos los sentidos, con la calidad como una de sus primeras premisas. Con
aceite de oliva virgen extra y con una calidad
homogénea, que con la subida de precios reconoce les obliga a “estar atentos en la
gestión de compras”;
harina, que “también es especial, peculiar”, y
especias tradicionales como es el anís, el ajonjolí, el azúcar o la sal, entre otras.
Aunque lo que le da su
carácter más particular es su forma de hacerlas, “unas
manos artesanas que las hacen una a una”, como las hacía Inés Rosales Cabello a principios del siglo XX, una emprendedora que consiguió que sus tortas “cogieran fama por su sabor y por su textura, un
producto reconocido y recordado”. Ahora son las “
labradoras” las que tienen en sus manos el secreto, a las que
forma la propia empresa porque “no hay formación profesional para estas cosas”.
Otra de sus características es su
envoltorio, ese
papel de parafina que si hace cien años
facilitó su transporte por las canasteras, supone también “una
liturgia alrededor, un ritual que implica emoción”, decía Espinosa. De hecho, parte del éxito de su producto está, no sólo en que
es diferente, único, como aprendieron a valorar cuando comenzaron a trabajar con clientes foráneos para exportarlas, sino también en que su historia
está ligada a emociones, tristes o alegres, a momentos, a recuerdos.
Pero hay que
adaptarse y lo han hecho. Manteniendo su torta original, también han entendido, “
porque escuchamos”, que “hay
otros públicos, otras variedades y otros momentos para consumirlas”, lo que les ha llevado no sólo a
ampliar la gama de Inés Rosales si no a formar parte de la
carta de la hostelería sevillana, donde se toma con
aguacate, con salmón o queso fresco, incluso “en recetas de
minipizzas”.
Inés Rosales tiene previsto
invertir en 2024 alrededor de 2,5 millones en la renovación y mejora en
final de línea de la producción, en la puesta en marcha de una
nueva línea de producción y en una
nave nueva de almacén y acabado de producto.
Inés Rosales cuenta en la actualidad con
dos filiales en Estados Unidos y el Reino Unido (Inés Rosales USA Llc e Inés Rosales UK) y exporta a
medio centenar de países, no sólo a estos dos en los que tiene presencia física, sino a
toda la Unión Europea y la práctica totalidad de los
países americanos, además de a
Oriente Próximo y Medio (Arabia Saudita, Barhein, Dubai, Emiratos, Israel) y a
Asia (Corea del Sur, Hong Kong, Indonesia, Malasia, Japón, Singapur, Nueva Zelanda, Taiwan, Vietnam, Tailandia), además de países más meridionales como
Sudáfrica.