La
nueva normalidad en el
aeropuerto sevillano de
San Pablo se traduce, desde esta semana en la que se ha levantado el estado de alarma, en
controles sanitarios (tres),
distancias de seguridad,
limpieza constante (caso de las
bandejas donde se depositan maletas y objetos personales) y
reactivación de las
obras de
ampliación de la terminal y de la estación eléctrica (33,3 millones de euros), en las que se doblarán los turnos (mañana y noche) para poder finalizarlas a finales de 2021. La obra de la pista (10 millones de euros) ya se terminó.
El aeropuerto de Sevilla
cerró 2019 con 7,5 millones de pasajeros (una medida mensual de 600.000). Esos eran los números con los arrancaba este año, en el que las previsiones apuntaban a un nuevo récord de viajeros. La pandemia del coronavirus y el estado de alarma han hecho trizas todos los cálculos y han obligado al aeropuerto sevillano (como a todos los aeródromos de AENA) a diseñar un
Plan de Recuperación Operativa (PRO), con
40 medidas con las que garantizar, y proyectar hacia el exterior, la
nueva marca del destino Sevilla: la seguridad.
En esta primera semana de nueva normalidad, el aeropuerto de Sevilla recibirá una
media diaria de 15 vuelos comerciales. Será el
1 de julio con la
apertura total de las fronteras y con la recuperación de vuelos internacionales cuando esa cantidad suba de manera notable, hasta alcanzar el
centenar. No obstante, serán todavía menos vuelos de los que llegaban en esas mismas fechas en 2019, con hasta 170 al día.
En 2019, eran 71 los destinos de 16 países; en este verano, serán
50 los destinos de esos mismos 16 países, lo que se traduce en un 50% de la oferta global que había el verano pasado ya que habrá una menor frecuencia de viajes (antes era diaria y ahora será de dos o tres vuelos semanales). Si todo transcurre sin sobresaltos, apostilla el
director del aeropuerto, Jesús Caballero, San Pablo habrá recuperado en marzo de 2021 el 70% de lo obtenido en 2019 y no será hasta un año después (marzo de 2020) cuando vuelva a las cifras de antes del estado de alarma. ¿Qué sobresaltos puede haber? PPrincipalmente, serán tres los factores que influirán en la recuperación: los posibles
rebrotes, la
confianza de los turistas y su
capacidad económica, apostilla Caballero.
El Plan de Recuperación Operativa de San Pablo, uno de los
13 aeropuertos españoles que están autorizados a recibir vuelos extracomunitarios, ha supuesto por el momento una inversión de
200.000 euros para instalar
70 mamparas, 64 dispensadores, 1.700 marcas vinílicas, cinco cámaras termográficas (cuatro fijas y una portátil) y tres controles sanitarios. A los más de
200 empleados de AENA que trabajan en San Pablo se les han hecho las
pruebas del coronavirus.
Los flujos de pasajeros se han diferenciado entre los nacionales y los
extranjeros. Los primeros no pasan
controles sanitarios. Los segundos, sí. En este caso y, en primer lugar, las cámaras termográficas toman la temperatura de cada uno de los viajeros, que entregan a los trabajadores de Sanidad Exterior (por el momento en papel y a partir del 1 de julio a través de una APP) una declaración jurada en la que constan sus datos personales y de contacto y dónde se alojarán, con el fin de poder tener la
“trazabilidad” en caso de que haya contagio. Tras la
cámara termográfica, el siguiente control es el “visual”, que consiste en que personal médico de Sanidad Exterior y de una empresa externa a la que va a contratar el aeropuerto, hagan una suerte de chequeo a cada pasajero. El tercer y último control sanitario sería en caso de que se detectasen síntomas sospechosos.
Entre las medidas de seguridad, en los vuelos,
todo el equipaje se factura y se activará la renovación continua del aire a través del sistema de climatización. Precisamente, el refuerzo de los controles hace que se deba contar con hasta
20 minutos más añadidos al tiempo recomendado previo para el embarque. Por el momento, la restauración y las tiendas no están abiertas en San Pablo. Se irá recuperando esa actividad de manera escalonada, aclaran fuentes oficiales.