La Audiencia Provincial de Sevilla ha condenado a dieciséis años y medio de cárcel a un hombre que "por celos" quitó el móvil a su expareja y después la apuñaló, aunque la mujer no falleció porque una doctora le abrió el esternón y taponó las heridas con sus propias manos antes de llegar al quirófano.
En una sentencia fechada el 2 de febrero a la que ha tenido acceso Efe, la Sección Cuarta de la Audiencia sevillana impone catorce años de prisión a F. R. C. A. por asesinato en grado de tentativa con las agravantes de género y parentesco y otros dos años y seis meses por un delito contra la intimidad.
El tribunal también prohíbe al condenado que durante veinticuatro años se comunique o acerque a menos de 500 metros de la víctima, a la que deberá indemnizar con 86.129,17 euros por las lesiones, las secuelas y el daño moral que le infligió.
La indemnización total se acerca a la petición de la acusación particular, ejercida por la letrada Encarnación Ortega, de RuaCals Abogados.
La Sala considera probado que el acusado tuvo una relación de unos ocho años con la víctima que comenzó en el país de origen de ambos, Nicaragua, hasta que ella se fue a Sevilla en el 2018.
Desde que F. R. C. A. se trasladó a España, a principios del 2019, "sospechaba" que la mujer pudiera mantener otra relación sentimental porque ella "le había dicho que no quería continuar", a pesar de lo cual él "insistía en que le diera tiempo para que reconsiderara tal decisión".
"Para no contrariarlo, siguieron manteniendo el contacto", prosigue la sentencia.
En uno de esos encuentros, el 25 de julio del 2019, el encausado "se apoderó subrepticiamente" del móvil de la mujer "mientras realizaban unas compras" y, "movido por los celos y el afán de controlar la vida" de ella, lo examinó y vio varias fotografías de la víctima "en actitud íntima con otro hombre", por lo que "trazó un plan para acabar con su vida".
Al día siguiente, "con el pretexto" de llevarle un móvil nuevo, quedó con la mujer en el domicilio donde ella vivía y trabajaba cuidando a unas ancianas, en la localidad de Gelves, y acudió con un cuchillo de cocina de once centímetros de hoja que ocultó en una mochila.
Una vez allí, pasaron a hablar en una habitación y, "tras asegurar el cierre de la puerta colocando una mesilla", le reprochó "que le hubiera sido infiel" y en un momento dado cogió el cuchillo para matar a su expareja "por no haberse comportado como él quería que lo hubiese hecho".
Así, la apuñaló una vez a la altura del corazón "al tiempo que le gritaba 'te voy a matar'" y después le dio otras cuatro puñaladas "en zonas vitales del tórax".
La agresión acabó cuando una de las ancianas y otra interna consiguieron entrar en la estancia y vieron al acusado con el cuchillo ensangrentado y "roto en dos pedazos".
La víctima se salvó porque el hijo y la nuera de una de las ancianas la colocaron de lado y evitaron que se ahogara con la sangre que "le afluía a la boca".
Además, ya en el hospital Virgen del Rocío fue tratada por una cirujana cardíaca de Urgencias que, al ver cómo sufría una parada cardiorrespiratoria, le abrió el esternón, taponó con una mano las heridas que la víctima presentaba en el corazón y con la otra le dio un masaje cardíaco antes de llegar al quirófano.
"Sólo esta decidida y afortunada intervención evitó un desenlace fatal", proclama el tribunal, que no estima la agravante de ensañamiento ni las atenuantes de confesión, trastorno mental transitorio y arrebato u obcecación, ya que el procesado actuó de forma "fría y premeditada".