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Sevillaland

Fuego

El arzobispo Asenjo anuncia durante una entrevista que se quedará a vivir -y a morir y a resucitar, entiendo- en Sevilla y, zas, una gran bola de fuego recorre

Publicado: 22/09/2019 ·
23:25
· Actualizado: 22/09/2019 · 23:25
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Autor

Jorge Molina

Jorge Molina es periodista, escritor y guionista. Dirige el programa de radio sobre fútbol y cultura Pase de Página

Sevillaland

Una mirada a la fuerza sarcástica sobre lo que cualquier día ofrece Sevilla en las calles, es decir, en su alma

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El arzobispo Asenjo anuncia durante una entrevista que se quedará a vivir -y a morir y a resucitar, entiendo- en Sevilla y, zas, una gran bola de fuego recorre el firmamento nocturno hasta desintegrarse en Badajoz. Antaño, tal prodigio se habría interpretado desde los púlpitos como una señal del Cielo. Pero hoy sabemos que no. Lo sabe incluso Asenjo, que ya es decir.

Más bien apuesto a que el meteorito respondía a los ensayos de la apertura del nuevo centro comercial de Sevillaland. (Evento que, quizás, incluya al arzobispo bendiciendo los anaqueles, foto siempre muy celebrada cuando la reciben los periódicos de países avanzados, al ser tan vintage y tipical del sur). Si reparan, ya tres de los puntos cardinales de Sevillaland se han dotado de un gran centro comercial que da la bienvenida. Los Arcos (este), Torre Sevilla (oeste), y Palmas Altas (sur). Falta el lado norte, un déficit que, estoy convencido, se resolverá.

Sevillaland es una ciudad que muchos creen llena de códigos. Llega la apertura de un nuevo macro centro comercial, algo cualquier cosa menos codificada, y las masas corren henchidas de orgullo local hacia su luz. Como es normal. Anda que no habrá cientos de licenciados currando de reponedores o dependientes en Barcelona…

Por fortuna otras bolas de fuego brillan cada noche. La cultura es, y lo repito, una de las grandes industrias locales que mejor futuro ofrece. La música y el teatro empapan a la ciudad en forma de festivales o de espontáneos happenings. Auditorios, bares o la propia trama urbana, acogen conciertos, alegría, talento. Ahí sí hay oportunidad para que la ciudad marque un relato propio.

Relato, palabra de moda en su acepción de “argumentos que convencen por su secuencia lógica, con final en la urna electoral”. Nuestros jóvenes líderes nacionales -me intriga esta atroz coincidencia astral de novatos- han sido bolas de fuego en el firmamento patrio. Llamaradas que prometían otro tiempo, diferente estilo, cambio de régimen, o al menos de paso, y se quedan en fuego fatuo. Temblor luminoso alrededor de cadáveres. Ay, alguno/s permanecerá/n para siempre en el teatro político. Incluso gobernará. Pero, como los matrimonios que perdonan una infidelidad, nada será lo mismo para la masa votante.

Al contrario que los poderes fácticos, que son eternos. A Asenjo nos lo toparemos el resto de la vida por la calle. Una de ellas la rotulará algún alcalde con su nombre. Sevilla está escasa de personalidades dignas de tal honor. n

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