La fastuosa y multi sónica pompa de jabón de los premios de la tele MTV -la estadounidense Eurovisión-, se solapa con la fiesta de Halloween. Todo encaja. Sevillaland es excitante, swinging. Mientras esa sensación discurre entre nuestras neuronas de tráfico más fluido, las del placer inmediato, hay quien trabaja duro. En Facebook están afanándose, incluso en esta mañana de domingo que escribo, para conectar a nuestras neuronas una idea ante las elecciones del domingo. Una idea que nos suena. ‘Andaluz, este no es tu referéndum’ fue el eslogan en 1981; el de hoy resulta más subliminal: hay que convencerte de que no votes, descarriado de la izquierda, sin que se note, pareciendo guay y millenial, alternativo y librepensador.
La acción viene con patente de ese líder moral de occidente llamado Donald. Los ciberpiratas políticos han ocupado el nicho laboral de los pegadores de carteles o los colocadores de sillas en los mítines. El asunto lo ha desenmascarado el periodismo, el auténtico, no esa mamela del periodismo social que sólo nos ha traído a anónimos insultando con el somero esfuerzo de crear un seudónimo y mover un pulgar.
Los catalanistas coinciden en este activismo con los españolistas, claro. Resulta barato y efectivo. Por muy poco dinero la red social dirige tu publi a quien deseas. Varones, blancos, cuarentones y rocieros, por ejemplo, y ahí va la campaña que has pagado. Diana. Éxito. España.
Pero tal esfuerzo gacetillero queda para el orgullo del periódico. No les pasará nada preocupante a estos patriotas. Si el rescate bancario de hace tan pocos y ya tantos años nos ha dejado unas docenas de miles de millones de euros de deuda -ay Bankia, a ti dos pulmones y, a mí, ni unas branquias-, con un castigo de risa a quienes lo impulsaron y cobraron, esto de internet y tal es pecata minuta. Cosa de frikis, url en las Bahamas, uf.
La frontera de lo ilegal la cambia el tiempo. Los años pasan y el reproche moral, como el penal, prescribe. Pronto miles de viviendas ilegales serán reguladas, que ya era hora, se oye decir. Los interinos exigen ser como los funcionarios, que ya nos tocaba, argumentan. Los agricultores que cultivaron bosques y abrieron pozos con nocturnidad reclaman -el tiempo todo lo cura- que lo suyo se niquele. El futbolista tramposo reivindica que su escupitajo al rival no se castigue el lunes merced a la tele, ya es tarde.
En verdad pervive algo de la humanidad silvestre pre cultural en estos alardes de pillería y dominación. Excita la trampa. Más que los premios.
