Agentes de la Policía Nacional han detenido a 10 grafiteros, de entre 21 y 27 años, como presuntos autores de pintadas en 168 vagones de tren en toda España que ocasionaron más de 600.000 euros en daños.
La desarticulación de este grupo de grafiteros, uno de los más activos de toda España, ha sido posible tras tres años de investigaciones, según ha informado en una nota de prensa la Dirección General de la Policía.
A los arrestados se les imputan un total de 99 delitos de daños por un valor total de 601.625 euros y 11 delitos de desórdenes públicos por los métodos empleados en sus acciones.
Y es que, para pintar los vagones, los arrestados llegaban a parar trenes en marcha y en cuestión de minutos grafiteaban superficies de vagones de hasta 50 metros cuadrados, a la vez que grababan sus "obras" para después compartir las imágenes en las redes sociales.
El método empleado para la detención de los trenes era el conocido como "palancazo", lo que entraña un riesgo para los pasajeros al provocar un frenazo brusco en la marcha del convoy.
Las firmas o "tags" de los autores figuraban en el pie de cada una de las pintadas que éstos realizaban en los vagones de los trenes.
De esta manera buscaban ganarse el reconocimiento de los demás, también a través de la difusión de los grafitis a través de redes sociales o páginas web.
En un principio, los jóvenes investigados actuaban individualmente, aunque más tarde decidieron constituirse en grupo para cometer pintadas más elaboradas. De esta manera planificaban sus actuaciones, distribuían las tareas y las ejecutaban conjuntamente.
Para realizar el "palancazo", dos o tres miembros del grupo subían al tren y, una vez comprobado que en su interior no había vigilantes de seguridad, accionaban el freno de emergencia del convoy en un punto previamente acordado con resto del grupo.
Esta acción produce una frenada brusca y violenta del tren, con el consiguiente riesgo de caídas y lesiones en los usuarios del transporte, así como la interrupción en el normal desarrollo de la circulación ferroviaria, ocasionando retrasos y paros en toda la línea afectada.
Una vez que conseguían detener el convoy, los grafiteros abrían y bloqueaban una de las puertas con un taco, bajando a pie a las vías para unirse al resto del grupo que está esperando.
Las tareas habían sido previamente distribuidas y mientras unos realizaban las pintadas en el tren otros vigilaban y grababan con cámara fotográfica o teléfono móvil las pintadas.
De este modo, conseguían huir del lugar en un tiempo de entre 5 y 8 minutos.
Los arrestados disponían además de información privilegiada y planos sobre las instalaciones en las que pretendían actuar.
Conocían la ubicación de las cámaras de vídeo-vigilancia, por lo que procuraban actuar en lugares fuera de su alcance o tapando su rostro con prendas de ropa. También portaban palos o bates de béisbol para evitar que algún vigilante de seguridad pudiera acercarse a ellos y lograr identificarlos.