El 1 de agosto estaba marcado en rotulador rojo en los calendarios de todos los inversores de criptomonedas. La jornada se antojaba clave para el devenir de la divisa electrónica más importante de todas, el Bitcoin. Si no se llegaba a un acuerdo entre los diferentes estamentos que mantienen ‘vivo’ al Bitcoin en esa fecha, era probable que se presenciase una ruptura, dramática o no, dentro de la propia moneda. El principal motivo de discordia era la adopción por parte de la criptomoneda de un nuevo sistema conocido como Segwit2x, una solución a los problemas que el elevado número de operaciones está creando sobre el Bitcoin.
Pues bien, el “user activated hard fork”, el nombre técnico que se le dio a la posible bifurcación del Bitcoin en dos monedas, ha acabado por tener lugar. Sin embargo, su nivel de impacto sobre
la cotización del Bitcoin ha estado lejos de ser traumática. Más bien, la moneda electrónica ha proseguido con su camino previo como si nada, con la única y pequeña diferencia que ahora tiene a un tocayo como competidor: el
Bitcoin Cash.
¿El auge fugaz de una nueva criptomoneda?
El Bitcoin Cash (con nombre técnico de BCC) ha sido la bifurcación creada por aquellos miembros del ámbito del Bitcoin original que no estaban satisfechos con la propuesta de aplicación del Segwit2x. Así pues, para solucionar los problemas generados por el aumento de utilización de la moneda electrónica, los ‘díscolos’ han creado una criptodivisa que ha optado por un método diferente en búsqueda de la solución: la utilización de bloques mayores que los de 1 MB utilizados por el Bitcoin original.
En un principio, parecería que el estreno del Bitcoin Cash no podía ser mejor, ya que en pleno 2 de agosto,
sus cotizaciones se encontraban en torno a los 600 dólares por unidad, lejos todavía del BTC pero, sin duda, en una cantidad considerable para una nueva divisa electrónica. Sin embargo, muchos achacaban este auge del tocayo del Bitcoin a que las casas de intercambio no autorizaron el intercambio de divisas electrónicas durante esos días. Así, la gran parte de los expertos auguraban que el BCC descenderá hasta cerca de los 50 dólares por unidad una vez que se abran de nuevo los mercados.
Además, existía otro factor que mostraba que el éxito del Bitcoin Cash era más fugaz que otra cosa: la fortaleza del BTC, el Bitcoin original. En los momentos inmediatamente posteriores a la bifurcación, el BTC ni si inmutó, y mantuvo su estabilidad habitual en la cotización. Con una ligera caída del 3% en el precio de un activo, el Bitcoin, acostumbrando a una volatilidad brutal, la relevancia de la bifurcación fue puesta en duda desde muy temprano.
“No, la verdad que no es una caída relevante. Un 3% es un día típico en las criptodivisas”, señalaba al diario mexicano online Expansión Marco Montes Neri, fundador de Saldo.mx, una plataforma tecnológica para el pago de servicios desde el extranjero y envío de remesas.
El rey mantiene su fortaleza a salvo
Por lo tanto, a día 2 de agosto, parece que el rey de las criptodivisas, el Bitcoin, ha salido airoso del convite más complicado al que se tenía que afrontar en un buen tiempo. Si los acontecimientos transcurren por la senda esperada, la criptomoneda más importante de los mercados financieros mantendrá su trono de rey del espacio de las divisas electrónicas.
Ya, a partir de ahora, el BTC y el organigrama descentralizado que lo apoya y hace posible su existencia se podrá centrar en las cuestiones que llevan ya acosándolo un tiempo: “¿Cuál es el objetivo último del Bitcoin?”, “¿Puede llegar a sustituir a las monedas tradicionales como método de intercambio?”, “¿Se puede solucionar su volatilidad?”, o “¿Suponen el Ethereum, el Litecoin o, incluso, el Bitcoin Cash una competencia para el BTC?”.
En cualquier caso, habrá que esperar para resolverlas. Quizás, lo único que se pueda resolver a corto plazo es la incógnita de si el Bitcoin Cash va a suponer una competencia seria para su tocayo. Para ello, solo necesitamos unos cuantos días de estar atentos a si su cotización se mantiene por encima de lo esperado o si, por el contrario, se derrumba como un castillo de arena hasta hacerla insignificante.