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Lunes 06/05/2024  

Torremolinos

Adelaida de Torremolinos, hija de la Maestra Miret

Torremolinos no es sólo turismo, fiesta, deportes, playa y sol. Es también arte, cultura, crisol de civilizaciones. En estas crónicas, Jesús Antonio San Martín, desarrolla lo más representativo del ayer y el hoy de Torremolinos.

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  • Adelaida González Miret, hija de la prestigiosa Maestra Miret. El Torremolinos de ayer vive fresco en su memoria de 96 años. -
De todos es conocida en Torremolinos la céntrica calle Maestra Miret, donde aún abren sus puertas negocios de tanta solera como el Bar Restaurante La Reja y la exótica tienda de productos alimenticios de nuestro internacional Pablito, sita en el mismo local donde antes tenía su pionero y famoso Restaurante Chino. Todavía mantenemos fresco en la memoria aquel delicioso programa televisivo de Alfredo Amestoy, “Mi no comprender”. En una de las ediciones apareció Pablito con su característico y gracioso acento oriental, aduciendo aquello tan simpático de: “Mi no complendel pol qué mi calle está llena de balo cuando llueve y sigue sin asfaltal”. Esta es la calle dedicada a la que fue primera maestra de escuela de Torremolinos, la malagueña doña Antonia Miret, que inculcó las tempranas letras a los párvulos de aquel Torremolinos de ayer, hoy fundido en la nostalgia.
La Maestra doña Antonia Miret tuvo cuatro hijos, la primogénita de los cuales fue Adelaida, Adelaida González Miret, que nació en Torremolinos el 25 de enero de 1913. Actualmente, con sus 96 años que ahora cumple rodeada de los suyos, vive en el pueblo que le vio nacer, muy cerca de la calle bautizada en memoria de su madre. Doña Adelaida, cariñosamente Adelaida de Torremolinos, es una mujer de una vitalidad envidiable y un ejemplo del buen vivir para todos. Su rostro es la pura expresión de una persona realmente feliz y todo el día mantiene encendida la lámpara de la sonrisa y de la ilusión. Aún hace gala de sus conocimientos de modista de alta costura y hasta cose sin usar lentes. Se levanta habitualmente a las siete de la mañana y se acuesta a las once de la noche. Sabe disfrutar de las cosas buenas de la vida, que son muchas.
Gracias en parte al cuidado amoroso que desde hace años le dispensan Rosalía Villodres y sus hijas, Adelaida ha sabido superar la profunda depresión en que se vio sumida desde la muerte de su esposo, el coronel D. Juan Antonio Cisneros Burgos, oriundo del pueblo malagueño de Benamocarra, con quien casó algún tiempo después de terminada la Guerra Civil. Ante la imposibilidad de tener hijos, adoptó Adelaida los del difunto hermano de su marido, un niño y una niña, José y Maria Isabel, a quienes dio carrera y que hoy ejercen las actividades de Medicina y Farmacia en Madrid.
A juzgar por una fotografía de cuando tenía tan solo 17 años, Adelaida era de una belleza física y de un encanto natural tal, que de haberla conocido Julio Romero la hubiera inmortalizado en sus cuadros. Y a propósito de cuadros, nuestra protagonista es también una excelente pintora, además de una gran amante de la música clásica, de la Opera y de la Zarzuela. Acude a todos los conciertos sinfónicos que se programan en Málaga. En Torremolinos está abonada a la Temporada Lírica. Tiene en casa un hermoso piano Yamaha Clavinova y de cuando en cuando hace sus pinitos melódicos. El baile, tanto clásico como de salón, es otra de sus palpitantes aficiones. No se pierde por nada el programa televisivo semanal de "Mira quién baila". La cocina es otra de sus fascinaciones. Es para ella pan de cada día el ameno programa de la cocina de Arguiñano.
La lectura y las ansias de saber son aficiones supremas de toda la vida. Adelaida es una de las afortunadas personas (contadísimas en toda Málaga y provincia) que posee en su biblioteca el Diccionario Espasa Calpe de ciento y pico tomos, un lujo que muchos consagrados escritores bien quisieran permitirse. También es una de las pocas mujeres españolas que en la década de 1950 obtuvo el carnet de conducir, lo cual era entonces algo insólito para una dama.
Adelaida ha conocido varias generaciones de torremolinenses, entre ellos muchos personajes ilustres. Le unió gran amistad con la inolvidable María Barrabino, que donó terrenos para construir la Iglesia Madre del Buen Consejo. Asimismo estuvo muy relacionada con la familia Navaja (cuya casa está considerada como una de las maravillas arquitectónicas del pueblo) y con el famoso y caritativo "inglés de la peseta", Mr. George Langworthy, a quien Torremolinos nombró Hijo Adoptivo y Predilecto por las muchas bondades que durante largos años dispensó a los necesitados.
Mucho hemos de aprender de Adelaida González Miret. Esta admirable mujer que a todas horas derrocha alegría por los cuatro costados y que a sus 96 años mantiene bien alto el listón de las ilusiones, en modo alguno se considera acabada. Sin abandonar la senda del recuerdo, que jamás se borra del mapa de la vida, sabe mirar hacia un mañana que vislumbra luminoso, a la par que se deleita en la realidad del presente. No hay para ella mayor gozo que verse rodeada de su familia -hijos, nietos y sobrinos- y disfrutar de momentos alegres con todos ellos, especialmente con los niños. Adelaida no olvida jamás que fueron las sonrisas infantiles las que ayer alegraron el corazón y la vida de su bondadosa madre, nuestra querida e inmortal Maestra Miret.

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