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Martes 16/04/2024  

Veredictos

"Paréntesis" capítulo adelanto de la nueva novela de Romero Barea

Ediciones Alfar publicará en breve "Calcomanías", nueva novela del poeta y periodista cultural José de María Romero Barea.

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Paréntesis

 

Fragmento

 

"El mundo es todo lo que es el caso. El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas. El caso influye en las cosas. Es un hecho que ya no estamos a -12 grados, sino a -6. Las cosas se largan y queda el mundo, mi mundo. El sol se pone. Recojo las mantas. A ver qué os cuento. El caso no es todo lo que es el mundo. El mundo es la totalidad de los cuervos que echan a volar ante el cambio atmosférico. El hecho es que vuelan hacia ti, que ahora te pertenecen. El mundo viene determinado por los hechos, y por ser estos todos los hechos. Porque la totalidad de los hechos determina lo que es el caso y también todo cuanto no es el caso. El hecho es que volví con ganas de la calle 14, después de haber pasado unas horas en el Casablanca, de haberte hecho a ti lo que me hubiera gustado que me hicieras y que pasaré a explicar a continuación. Todos los hechos se resumen en lo anterior. Luego hizo frío y me eché una manta por encima. Fue entonces que los cuervos echaron a volar. Ya son tuyos.

 

Escribo: los hechos (todos los hechos) determinan mi mundo. Escribo: soy, estoy. Los hechos en el espacio lógico son el mundo, pero no por tristes, sino por deprimentes. La totalidad de las cosas deja al mundo hecho una zapatilla. El frío nos remata. Volví con ganas de la calle 14, atravesando la calle Balada, la calle Dame Otra Oportunidad, la calle Septiembre. Maravilla es una ciudad a la que volver, pero sin música de fondo. La ciudad son todas sus calles. La totalidad de las calles determina lo que es una ciudad y también todo cuanto no es.

 

Uf.

 

Si la cosa es independiente en la medida en que puede ocurrir en todos los posibles estados de cosas, esta forma de independencia es una forma de interrelación con el estado de cosas, y por lo tanto una forma de dependencia. Digamos que hoy el corazón de Maravilla va por un sitio y mi cabeza por otro. Digamos que atravesar la calle Adiós me curó de estos pensamientos fúnebres. Esta independencia no es sino una forma de resaca.

 

Las cosas de ayer regresan. La voz de ayer vuelve, pero gangosa, aséptica; aséptica vulgar, no aséptica desarmante. Todos los posibles estados de las cosas acaban ocurriendo, en eso consiste la tragedia. Es imposible que las palabras aparezcan de dos modos diferentes, solas y en proposición. Las palabras se rodean de ruiditos y distorsiones. Les gusta ese halo de misterio. A ver qué os vendo en esta. A ver qué me cuenta la muerte, para que vuelva a escucharla y rectifique. La frase anterior parece sacada de un melodrama. Recojo las mantas y las palabras echan a volar. Ahora pertenecen a lo meteorológico, que no es sino preludio de lo trágico.


¿No parecería algo así como un azar que a la cosa capaz de darse de modo efectivo por sí misma le correspondiera posteriormente un estado de cosas? O lo que es lo mismo, ¿no sería un milagro que esta voz narrativa, desprovista de atractivo, por no decir estilo, amarrase algo y nos salvara de la petulancia? Que las cosas puedan ocurrir en estados de cosas es algo que radica ya en ellas. Eso explica tanto cabo suelto: la erudición, lo fúnebre, las anécdotas. Lo que escribo no es un diario, pero cumple idéntico cometido: hacernos corto el viaje. Estaría bien que a cada cosa le correspondiera un estado de cosas. Que algo sucediera aquí dentro (aquí afuera) de una vez por todas.

 

Ruth, mi mujer, regresa de la calle. Trae su lista de cosas por hacer. Entre ellas, pedir cita con el forense para iniciar los trámites de mi autopsia. Os tendré informados. Porque algo lógico no puede ser meramente posible. Porque la lógica trata de cualquier posibilidad y todas las posibilidades son sus hechos, así como los besos que no hemos dado son todos los besos. Cómo volver a la parquedad después del exceso, cómo afrontar la posibilidad de lo justo y lo preciso después del hilo de preguntas sin respuesta. Porque uno siempre quiere morir mañana, o pasado, a ser posible, o no del todo. La no vida es una forma (tal vez la única) de extender la vida, esa pasión irracional.


Me río porque acabo de levantar la cabeza del cuaderno y nos he visto en dos cuervos que se han plantado en una chimenea a parlotear, al calorcito del humo de la calefacción. Qué bien se debe ver el mundo desde ahí arriba. Al igual que no podemos en absoluto representarnos como objetos espaciales fuera del espacio, ni temporales fuera del tiempo, tampoco podemos representarnos como objeto alguno fuera de la posibilidad de su conexión con otros. No os extrañará que esta independencia de todos los posibles estados de las cosas me haya durado semanas. No abrí la boca, pero tampoco quería palabras. Estaba sordo, pero no quería música.

 

¿Mi hogar? Las pelucas, las fotos. Ruth, mi mujer, bajo una piñata, rodeados de Haia y Sonora, nuestras hijas, Amadeus y Paloma, mis suegros, de visita. Levanto la cabeza del cuaderno. Luzco una peluca de trenzas y presido la mesa. Parecemos sacados de la Última cena de Leonardo da Vinci pero con piñata en medio y un Cristo que es Judas. Si puedo representarme el objeto en la trama del estado de cosas, no puedo representármelo fuera de la posibilidad de esa trama. Entonces me vas a explicar por qué. A ver qué me digo, para que yo vuelva a escucharme y rectifique (no sé dónde he leído esto antes, esta frase que parece sacada de un melodrama).
Acabo de volver del Casablanca, de hacer como que escribo. Sonaba el último disco de Beck. Con razón me costó tanto volver a casa, con resaca, diciéndome que autobús no, que mejor andando. Acabé cruzando Maravilla a pie, como un personaje de Robert Walser. Quisiera volver al Casablanca, mudarme a vivir allí. La acumulación de vida y placer, la contemplación pasiva, no son mi única ocupación. También me preocupa el futuro.

 

Es significativo el hecho aparentemente sin importancia de que las pseudo-relaciones lógicas como v y ] precisan de los paréntesis; contrariamente a las relaciones genuinas que se establecen en cafés como el Casablanca, donde ayer estuve casi toda la tarde intentando escribir el nuevo Tractatus, una semana antes de volver a casa, con mi mujer y mis hijas, o tal vez fuera un mes, un siglo. Me tuve que comer todos mis prejuicios sobre el Casablanca. La gente más cálida y honesta de Maravilla se da cita allí, en ese café pequeño sin ser provinciano, ese establecimiento lento y modesto. Un café de verdad, donde escribir un ensayo defectuoso.

 

He escrito todo lo anterior en las mesas del Casablanca, donde he escrito otras cosas interesantes. He leído libros que no son menos. El Tractatus, por ejemplo, un libro que habla, por paradójico que parezca, sobre el silencio. Más que el libro de Wittgenstein en sí, lo que me gusta es el olor que tiene, sobre todo en el canto. No se le va, por tiempo que pase. Y yo que creía que esos olores ya no existían. Con razón me costó tanto volver a casa, con Ruth y las niñas. A la mañana siguiente, es decir, hoy, me he jurado que todo lo que escriba a partir de ahora será paréntesis, porque los paréntesis jamás tienen significado autónomo. Lo dice Wittgenstein."

La crítica ha dicho de la obra narrativa de José de María Romero Barea:
     

“… un bello libro muy ambicioso y complejo … una novela escrita desde la poesía, con fragmentos breves y nerviosos cargados de intensidad y significados” (Fernando Iwasaki, prólogo de Hilados Coreografiados).

“… emociones dibujadas con elegancia … universales y eternas”. (Marina Bianchi, número 5 de Duende, Suplemento Cultural de la revista literaria italiana Quaderni Iberoamericani).

“… personajes complejos y fluidos, sujetos a una perpetua metamorfosis … toda una metafísica, toda una epistemología y una filosofía del lenguaje.” (Leonor María Martínez Serrano, diario Luz de Levante).

 

Ediciones Alfar publicará en breve la nueva novela del poeta, narrador, traductor y periodista cultural Romero Barea (Córdoba, España, 1972). “Calcomanías” está protagonizada por artistas que buscan la salvación a través del arte; autores errantes, unas veces héroes y otras villanos, que se ocupan de registrar los préstamos involuntarios y las falsificaciones de la cultura moderna.

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