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Jueves 02/05/2024  

Sevilla

Y la bulla volvió a llenar Sevilla

La ciudad demostró que tenía ganas de vivir la Semana Santa y se echó a la calle para acompañar a las cofradías

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La Borriquita.

Amargura.

El Amor.

Domingo de Ramos en Sevilla.

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  • La Borriquita inauguró la Semana Santa oficial pero fue por la tarde cuando el centro se llenó al completo
  • La mascarilla dejó de ser protagonista y volvieron las esperas, las sillas y las bolas de cera
  • El cortejo de La Paz se abrió para que pasaran las ambulancias y atender un infarto

Sevilla se echó a la calle para disfrutar de la Semana Santa tras dos años de pandemia. Había ganas y se ha notado. Mucho. Si las vísperas ya dejaban entrever que los sevillanos, y los muchos visitantes que este fin de semana ya han llenado los hoteles de la ciudad, iban a salir en masa a las calles, las palmas de la mañana anunciaban lo que luego se vería en los barrios y, sobre todo, en el casco histórico, donde la mascarilla ha sido un vestigio de un pasado cercano pero que pocos llevaban y donde las emociones han hecho olvidar una pandemia que, sin embargo, ha dejado muchas cicatrices.

Era el Porvenir el primero en despertar la mañana del Domingo de Ramos abriéndose paso desde la parroquia de San Sebastián para volver a dejar estampas para el recuerdo a su paso por el parque de María Luisa. Las marchas procesionales volvían a recordarnos una música silenciada durante dos años si procesiones, aunque ya Sevilla, con sus salidas extraordinarias, especialmente la Misión del Gran Poder, ya se había quitado parte del gusanillo. Pero no fue bastante y el mundo cofrade invadía el centro desde mediodía, especialmente con los más pequeños para ver, por fin, de nuevo a la Borriquita en la calle.

Como manda la tradición, un pequeño nazareno de la Hermandad del Amor era el primero en pedir la venia en el palquillo ante la atenta escucha del arzobispo Saez Meneses, que se estrenaba horas antes en los actos oficiales de la Semana Santa de Sevilla con la Eucaristía del Domingo de Ramos y la procesión de palmas en la Catedral.

Vísperas sin incidentes

Comenzaban así las hermandades del Domingo de Ramos a entrar en carrera oficial para llegar a la Catedral a completar su estación de penitencia, lo que no habían hecho las hermandades de vísperas, que Viernes de Dolores y Sábado de Pasión habían discurrido por diferentes barrios de la capital. Y sin incidentes de relevancia, según ponía de relieve el delegado de Gobernación y Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera, tras presidir la reunión del Cecop previa a la jornada del domingo.

“La coordinación entre todos los servicios y con las distintas cofradías es cada vez mayor, y aquí ha estado la clave de estas dos primeras jornadas. Todo está preparado para este Domingo de Ramos, en el que esperamos una gran afluencia”, decía Cabrera antes de empezar la jornada que abría oficialmente la Semana Santa. Y vaya si acertó, porque la bulla volvió a Sevilla.

De hecho, los datos de las vísperas ya revelaban una gran movilidad en la ciudad, aunque en este caso, el tránsito se trasladaba hacia los barrios y no tanto hacia el centro, como ha ocurrido en este Domingo de Ramos. Así, en el caso de Tussam, el acumulado del Viernes de Dolores y el Sábado de Pasión arrojó 414.103 viajeros, siendo las principales líneas por volumen la 2 y a 13.

Lipasam, por su parte, en la dos jornadas de las Vísperas retiró 149.243 kilogramos de residuos en la zona de influencia de la Semana Santa, procediéndose ya a uno de los trabajos “más intensivos”, el de la retirada de la cera y que ya se han ejecutado en las calles y avenidas de las cofradías del Viernes de Dolores y Sábado de Pasión.

Cabrera también destacaba un elemento significativo, el cumplimiento mayoritario por parte de los hosteleros de la retirada de veladores una hora antes de que comenzaran a pasar los cortejos de las diferentes hermandades, algo que los establecimientos del centro tenían asumido desde que hace semanas les comunicaran que no debía haber ningún elemento que entorpeciera el tránsito de personas durante las procesiones.

Calor, bulla, sillas, cera...

Con este ambiente previo de aceptación del mal mayor, con más de dos mil elementos retirados de la vía pública para facilitar el discurrir de cofrades y visitantes, además de los cortejos procesionales, Sevilla encaraba un Domingo de Ramos de calor extrema en ciertos momentos, de bulla pero respetuosa, con gente pero sin aglomeraciones asfixiantes, sin los empujones de otros años aunque con imágenes igual de típicas: esperas en las aceras, algún que otro “mirador” usurpado (llámese contenedor, llámese farola o llámese pedestal de estatua) por el ansioso cofrade, sillas plegables aunque infinitamente menos que en otras épocas, los más pequeños pidiendo cera y caramelos a los nazarenos, y móviles, muchos móviles, porque en esta sociedad de la imagen nadie quiere dejar de tener la mejor imagen de La Estrella cruzando el puente de Triana, de Hiniesta por Feria o de la Borriquita en el Salvador.

Es más que destacable el suceso en la calle Rioja, donde un hombre de unos 70 años sufrió un infarto, fue asistido inicialmente por los Bomberos y fue clave para estabilizarlo el DESA (Desfibrilador externo semi automático) que llevaba la Hermandad de Jesús Despojado a su paso por la carrera oficial.

El cortejo de La Paz, que en ese momento procesionaba por Tetuán, se abrió para dejar paso primero a la ambulancia de los Bomberos, la más cercana, y luego a la del 061, para asistir al paciente, que fue reanimado, estabilizado y trasladado a un hospital con pronóstico grave. El dispositivo sanitario funcionó, la evacuación fue un éxito y la colaboración de hermandades y presentes, a destacar.

Mientras el alcalde Antonio Muñoz se estrenaba presidiendo el recorrido de La Hiniesta, patrona de la Corporación municipal, desde Triana un río de devotos acompañaba a La Estrella hacia Sevilla que volvía a salir de su remodelada capilla, dejando una de las imágenes más significativas de la jornada, porque si el barrio estaba que no cabía un alfiler, más lo estaba Reyes Católicos, que no era si no una prolongación de cómo se encontraba el casco histórico.

Porque por el otro lado de la ciudad, desde la Ronda Histórica, San Roque era igual acompañada e igual recibida, en especial en los aledaños de las Setas de la Encarnación, un lugar de contraste donde ya La cena había dejado estampas singulares antes de revirar por Lasso de la Vega para buscar Campana.

En la calle Feria esperaban la salida de La Amargura a la misma hora que volvía al Salvador, entre un mar de devotos, la Borriquita, la primera en recogerse este Domingo de Ramos, para poco tiempo después, más tarde de su hora por los retrasos acumulados en la jornada, El Amor cerraba carrera oficial, aunque la última en recogerse sería La Estrella ya por su barrio de Triana.

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