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Desde la Bahía

Deducir no es dogmatizar

Cuando una isla se cubre con los colores de los uniformes militares, no cabe la menor duda que la decoloración no se resiste

Publicado: 10/07/2022 ·
19:30
· Actualizado: 10/07/2022 · 19:30
Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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Cuando una mujer adulta lee emocionadamente poesía romántica, no cabe la menor duda de que las golondrinas becquerianas están palmeando con sus alas los cristales de los balcones de su corazón y solo siente el deseo de abrir sus puertas y que el aire enamorado de su víscera, lleve el aroma hasta la persona amada para así cerrar el soñado círculo que el encanto y la pasión delimitan.

Cuando una persona en edad de jubilación, expresa de modo sencillo, entusiasta y con el sentimiento que origina el recuerdo, lo realizado a lo largo de su existencia, no cabe la menor duda de que su alma tiene una herida de desencanto y olvido, que solo el reconocimiento de su labor, al menos por una vez, puede cerrar, sin dejar la cicatriz de la injusta omisión.

Cuando el metal ve que le someten a fundición, le dan una forma geométrica y graban sobre el signos, cifras o figuras, no cabe la menor duda que sabe que ha sufrido una transformación sublime -medall - y solo desea posarse en el pecho de la dignidad humana, por eso exige especificidad y selección.
Cuando una primera edil de un municipio muestre - como se ha podido observar- un gesto satisfactorio en su rostro, al haber sido concedida -en Pleno consistorial-  la distinción que ella propuso para un excelso ciudadano de su localidad, no cabe la menor duda que esta alcaldesa, recibirá de su almohada, cuando el silencio y la madrugada hacen de la verdad idolatría, la felicitación, no solo por el deber cumplido, sino por la promesa respetada y realizada.

Cuando un pueblo ha sido “salada ínsula”, antes que ciudad, no cabe la menor duda que sus blancas pirámides de sal, son el mejor icono de que aquí premia más la inocencia que la maldad, que casi siempre ha sido importada.

Cuando una isla se cubre con los colores de los uniformes militares, no cabe la menor duda que la decoloración no se resiste y la memoria nos recuerda que debió haber pésimos pintores, que no usaron a su tiempo los tintes, por desidia o inepcia, que hubieran perdurado, sin posibilidad de pérdida o destierro, hasta el mismo día de hoy.

Cuando un pueblo es acusado por la crítica de sus plumas más nobles de desidia o desgana en todas sus acciones, no cabe la menor duda que más que “apagón de los sentidos” lo que existe es unos sentidos sumidos en una monotonía tísica.

Cuando uno ha vivido y visto de cerca las capacidades laborales que poseían y poseen nuestros empleados navales - antiguos bazaneros - no cabe la menor duda que uno se da cuenta del genio creativo y la inteligencia natural que esta Isla encierra.

Cuando se vive un mes de julio en que la Sal y la Patrona, abren las puerta de una prolongada y tradicional efeméride, no cabe la menor duda que el pueblo sigue teniendo un alma tradicional y devota.

Cuando un viernes 22 de julio, se va a imponer la medalla de la ciudad a un destacado y longevo médico/militar, no cabe la menor duda que la estructura de su Teatro Real, engrandece su historia.

Cuando un pueblo aclama y canta a sus imágenes divinas, no cabe la menor duda que por mucho que se critique la Semana de Pasión, no pasará de ser nimia murmuración, ante la acción cofrade de reanimar anualmente la fe divina.

Cuando los ciudadanos observan como son retirados y destruidos los rótulos de cerámica que indicaban el nombre de las calles y sometidos a la piqueta pedestales y bustos de incluso quien fue considerado hijo predilecto, sin que exista equidad  para los dos bandos responsables del conflicto vivido, no cabe la menor duda que la ley que lo permite sea histórica o democrática, no ha caído en manos imparciales, sino en ideologías arbitrarias, que la protegen  y mantienen, interesadamente.

Cuando se conoce que el 86 por ciento de los titulos de libros, vende menos de cincuenta ejemplares anuales, no cabe la menor duda de que o hay que restringir el concepto de escritor o al menos revisar la calidad en un porcentaje quizás también de 86 por ciento de los “especialistas de la pluma”.

Cuando la ciudad de San Fernando es reconocida por el Ministerio como Ciudad de la Ciencia y la Innovación  e integrada en la Asociación Red/Innpulso, no cabe la menor duda que habrá que recordar que los “cañaíllas” siempre han estado entre los mejores en bachiller, universidad, calidad de los empleos y responsabilidad en caso de cargos de poder, destacando siempre lejos y dentro de nuestro perímetro local.

Cuando uno escribe con entusiasmo sobre su querido pueblo, no cabe la menor duda que aunque haya notables defectos de sintaxis, prosodia u ortografía, la pasión o emoción con que lo realiza cubre por completo los defectos gramaticales y creativos.

Llevaba razón el romántico poeta sevillano, el genio se duerme a veces en el fondo del alma y alguien debe despertarlo. Ese alguien somos todos los isleños unidos en una sola voz.

 
 
   

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