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Un oasis de tranquilidad rodeado de contrastes

Resulta difícil pensar cómo una ciudad ha sabido adaptarse a los cambios que exige la modernidad sin perder su sello característico de pueblo señorial y típicamente andaluz. San Roque lo ha logrado, a pesar de estar rodeado de industrias.

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  • La calle San Juan es uno de los innumerables espacios típicos andaluces del casco antiguo. -
  • Reportaje
A pesar del del frío reinante en estas fechas, a cualquier sanroqueño, o al visitante que llegue a la ciudad esta Navidad, le apetece darse un paseo por las esquinadas, estrechas, típicas y blancas calles y plazoletas del casco histórico. Cada una de ellas tiene su historia, como reflejara el conocido José Barroso Castillo en aquel famoso programa de la televisión privada sanroqueña o en uno más reciente emitido por la municipal.
Tras más de tres siglos, San Roque ha sabido conservar su encanto de típico pueblo andaluz
Adentrarse en cada una de esas calles, para algunos, supone una vuelta a un pasado plagado de sensaciones, de recuerdos... Para otros, significa un grato descubrimiento que querrán explorar más detenidamente en una próxima visita. Tras más de tres siglos, San Roque ha sabido conservar su encanto de típico pueblo andaluz a pesar de ser una ciudad moderna y rodeada de industrias, aspecto éste que choca con esa belleza.

Lugares emblemáticos no faltan. La Parroquia Santa María la Coronada es el más señorial de ellos, y también el más antiguo, ya que San Roque comenzó a nacer y a crecer en torno a la vieja ermita que estaba donde ahora está la iglesia. Monumentos algo más modernos que la parroquia y que merecen ser visitados son el Puente de la Madre Vieja, la nueva Ermita de San Roque o la Casa Consistorial sanroqueña, todos de la segunda parte del siglo XVIII o del siglo XIX.

En cuanto a las zonas, una de las más antiguas es, sin duda, la Plaza de Armas, donde, según la leyenda, Manuel Ballón El Africano dio el primer pase de muleta.

Rincones fotogénicos
Pero de leyendas sin confirmación plena y absoluta no puede sólo vivir turísticamente San Roque. La Plaza de la Iglesia también se remonta a los orígenes de la ciudad y es uno de los rincones neurálgicos más fotogénicos del pueblo. Hay que tener en cuenta que todas las actuales denominaciones siempre o casi siempre han tenido nombres distintos en el pasado, estribando la razón en cuestiones, sobre todo, políticas por los cambios de regímenes.

También hay casas solariegas con enormes patios andaluces interiores en el casco histórico, sobre todo en la calle San Felipe, la arteria principal que comunica la parte antigua de la ciudad con la moderna, si bien la calle Málaga es también muy importante, porque comunica las entradas sur y oeste de San Roque con las entradas norte y este.

Cuando uno pasea por esa zona, aún sigue percibiendo ese olor característico a antiguo, a pesar de las múltiples reformas y nuevas construcciones surgidas en los últimos años y que han ido sustituyendo a los ruinosos caserones y solares abandonados.

También se observa una total tranquilidad que, a pesar de los intentos por rehabitar la zona en los últimos tiempos gracias a los programas autonómicos, no ha sido conseguida. Algunos pensarán que debe estar más vivo el casco histórico, pero otros opinarán que todo debe seguir igual, sobre todo los mayores, para quienes no hay mayor remanso de paz.

Y no podía faltar un mirador con vistas panorámicas y espectaculares al continente africano, a las vecinas ciudades de la Bahía, al siempre impresionante Peñón de Gibraltar o a ese inmenso paso estrecho por el que se abren las aguas para separar el Mediterráneo del Atlántico.

Como dice el eslogan, San Roque es tierra de contrastes, porque en pocos kilómetros nos podemos encontrar casi de todo.

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