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Recuerdos de mi niñez (III)

Dicen, el que tiene un amigo  tiene un tesoro. Yo tenía un tesoro o varios tesoros en cada barrio...

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  • Amigos. -

Tras haber dejado atrás la barrera del medio siglo de vida, hoy he decidido desempolvar mi baúl de los recuerdos. En esta arca añeja guardo las reliquias del pasado que me hicieron pasar los mejores años de mi infancia.

Los amigos:

Dicen, el que tiene un amigo  tiene un tesoro. Yo tenía un tesoro o varios tesoros en cada barrio.  En mi niñez empezaba un día jugando en mi barrio, me encontraba algunos compañeros del cole y terminaba en distintos barrios haciendo amistad con otros niños.


Algunos de mis vecinos cercanos eran mis mejores  amigos de la infancia. Junto a estos pase momentos inolvidables, diversión a raudales. Sobre la marcha y sin planificar nada dejábamos correr la imaginación para pasarlo bien.

Formábamos una pandilla de amigos, que éramos como una hermandad. Siempre procurábamos ir juntos a los eventos culturales, deportivos y sociales. Respetábamos las tradiciones populares, nos flipaban las ferias, la romería, los carnavales,  etc. organizábamos nuestra propia procesión en nuestro barrio para semana santa, con ayuda de nuestras familias y vecinos. Hicimos unos bonos de ayuda para recoger dinero entre nuestros vecinos y otros de distintos barrios,  para recaudar un fondo que sirviera para comprar una pequeña imagen para nuestro paso. Conseguimos comprar una imagen del corazón de Jesús.

Poco a poco y con mucho trabajo, un sueño de un grupo de niños se hizo realidad, con una procesión adornada de flores, con paños de telas de colores, con su cruz de guía y con una banda de música improvisada con tambores que eran calderos de pinturas, que sonaban aun mismo compas, gracias a los muchos días de ensayos dedicados para que todo saliera bien. Recorrimos algunas calles cercanas, donde los vecinos nos aplaudían y nos animaban. Ya que sin el apoyo de la vecindad, este sueño no se habría hecho realidad.

Algunos domingos íbamos al cine, comprábamos la entrada para doble sección, primero veíamos una peli del oeste y luego una de chinos. De bruce lee o del mono borracho eran las que más nos gustaba, salíamos del cine dando golpes de kung-fu  a diestro y siniestro. Las películas de Bud  Spencer y  Terence Hill nos alucinaban y nos divertía ver dos tíos dando puñetazos toda la película y tenían buenos golpes de humor.

En verano teníamos más tiempo para estar juntos, por la mañana había días que íbamos a pescar con cañas o según la marea a mariscar, coger almejas. Algunas veces madrugábamos para ir a jalar la Jabega. Por las tardes solíamos ir a la playa todos los días, unas veces para bañarnos y otras para calar la red a pie o el chinchorro. Las tardes después de regresar de la playa nos poníamos a jugar al futbol hasta el oscurecer. Volvíamos a nuestras casas para ducharnos y cenar, luego nos escapábamos para seguir jugando en la calle hasta que nuestras madres nos llamaban a grito pelado por las ventanas a partir de media noche para ir a dormir. Nosotros  ignorábamos estas llamadas, porque no teníamos que levantarnos temprano para ir al cole. Pero estas insistían, algunas mandaban al padre para que subiera al hijo tirándole de la oreja. 

Este breve repaso memorial de mi niñez, va en homenaje para todos esos amigos de mi infancia con los cuales pase los mejores años de mi primera etapa en esta vida. Aunque pasen los años siempre los tendré en mi memoria y los llevare en mi corazón. Unos por circunstancias de la vida lejos y otros por desgracias ya no se encuentran entre nosotros.

 Un millón de amigos       

Yo quiero creer en la  paz del futuro.

Yo quiero tener un hogar sin muro.

Quiero a mi hijo pisando firme,

Cantando alto,  sonriendo libre.

Quiero llevar este canto amigo

A quien lo pudiera necesitar.

Yo quiero tener un millón de amigos

Y así más fuerte poder cantar.

Yo quiero amor  siempre  en esta vida

Sentir el calor de una mano amiga

Quiero a mi hermano sonrisa al viento,

Verlo llorar pero de contento.

Quiero llevar este canto amigo

  A quien lo pudiera necesitar.

Yo quiero tener un millón de amigos

Y así más fuerte poder cantar…

                            (Roberto Carlos).

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