Creo recordar que fue el fotógrafo sevillano Manolo Gallardo el que hizo de intermediario para que se conocieran Isabel Pantoja y Paquirri. Ocurrió una tarde de toros en Jerez a finales de los 70. Surgió el flechazo entre la tonadillera y el torero, que cuatro años más tarde pasaron por el altar en Sevilla para ratificar una historia de amor a la que hubieran podido poner letra y música Quintero, León y Quiroga, ese trío de compositores que tanto brillo han dado al género de la copla.
Quiso el destino cercenar este romance entre el torero y la tonadillera, un giro inesperado para mayor asombro de la chismosa parroquia, tan proclive al amor, los celos y la muerte en las revistas del papel couché. El toro ‘Avispao’ mató a Paquirri en Pozoblanco una tarde de finales de septiembre del 84. Isabel Pantoja se convertía así en la ‘viuda de España’, rimbombante título que la tonadillera ha paseado -muchas veces con orgullo- por las ferias de pueblos y ciudades.
Pantoja permaneció un buen tiempo alejada de los escenarios, pero volvió ilusionada en el 85, con más fuerza y más brío, con canciones nuevas que recordaban la tragedia que le había tocado vivir. El maestro José Luis Perales le compuso ‘Marinero de luces’, el testimonio de la mujer/ artista rota por el dolor y la ausencia. En una de las canciones, incluso, la tonadillera decía estar harta de coles de ser la ‘viuda de España’: “Hoy quiero confesar que estoy algo cansada de llevar esta estrella que pesa tanto”.
Estuvo dos años condenada a prisión por blanqueo de capitales en el caso Malaya. La gota que colmó el vaso de una vida trufada de éxitos y tropiezos, un camino plagado de días de sol y nubarrones que darían para una novela escrita por Corín Tellado. Incluya en esa novela rosa relaciones inestables -con Encarna Sánchez, María del Monte, Julián Muñoz...-, hijos -para qué os quiero-, su paso por Supervivientes, desafortunadas apariciones en la tele... y, ya digo, tendrán un best seller de esos con los que Planeta nos alegra la temporada otoño/ invierno.
Isabel Pantoja celebra 50 años subida en los escenarios, medio siglo -que se dice pronto- arropada por canciones que van y vienen, como las olas del proceloso mar que ha zarandeado mil veces su controvertida figura de estrella de la canción. Como en el tango melancólico de Gardel, Isabel Pantoja vuelve con “la frente marchita” porque “es un soplo la vida” y “veinte años no es nada”. ¿Y cincuenta, cincuenta años entonces...? Quiá! Nada, menos, un suspiro...