Esto es lo que han constatado a Efe una veintena de exdiputados que siguen aguardando la confirmación de su aparición en las listas. La sensación, indican, es común en "la inmensa mayoría".
"Este partido no parece el PP", asegura con sarcasmo uno de los exparlamentarios consultados al recordar que en otras épocas, aunque el daño en el partido resultaba notorio, las posiciones de las listas se conocían con más antelación que ahora porque la batalla se trasladaba, en bastantes casos, a los medios de comunicación.
Pero en este PP en el que Mariano Rajoy ejerce un control absoluto, aunque "no le guste que se note cuánto manda", dice un dirigente de Génova, la discreción y el secretismo han sido los comunes denominadores del proceso.
A primeros de septiembre, con ocasión de una reunión de la Junta Directiva Nacional, el líder y su número dos, María Dolores De Cospedal, advirtieron de que no se consentirían disputas públicas sobre las candidaturas, ya que el camino para ello era y es el que marcan los órganos internos.
Se ha cumplido tan escrupulosamente esta consigna que algunos de los números uno elegidos el pasado miércoles se enteraron el mismo día, o la noche anterior.
Elegidos los cabezas de lista, el PP empieza ahora a encajar el resto de puestos con la previsión de terminar el trabajo el martes que viene. Ese día, si no antes, se sabría por ejemplo quién es la número dos por Madrid, lo que todas las fuentes creen que recaerá en la portavoz en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría.
Cuando los que han sido diputados esta legislatura preguntan en las direcciones provinciales, se encuentran casi siempre por respuesta con un "no se sabe todavía".
El secretismo, según las fuentes, está molestando a los diputados que quieren repetir, porque en la mayoría de los casos deben decidir si abandonan la excedencia, si se quedan en Madrid, de dónde pagarán la hipoteca o simplemente si han de ponerse a buscar trabajo.
Uno de esos parlamentarios señala: "Te hacen ver con este trato que todo lo que has trabajado durante estos años no te sirve de nada".
El secretismo llega hasta tal extremo que la propuesta de lista electoral remitida por un alto mandatario permanece en el laboratorio de la sede regional a la espera de una respuesta.
"La Convención de Málaga es un follón de listas", sentencia un diputado de esta legislatura que, al menos, tiene la garantía de que repetirá posición.
Pese a ello, no hay ninguna animadversión con el presidente del PP, Mariano Rajoy, a quien los altos cargos y cuadros medios del partido han dirigido alabanzas de todo tipo.
Cospedal ha ensalzado su templanza, su forma de liderar "persuasiva, generosa e inspiradora", su "trabajo incansable, decidido y coherente" y su personalidad "honesta, integradora y consistente".
Tras ella, los demás presidentes autonómicos no han dudado en glosar la figura de Rajoy con más halagos.
El malestar con el secretismo que guía la composición de las listas y este culto al líder no alcanzan de momento la intensidad de los rumores sobre cómo será el nuevo Gobierno de Rajoy si gana los comicios, o sobre quiénes podrían integrarlo.
Muchos observan los pasos de Sáenz de Santamaría, no ya como número dos por Madrid, sino como futura "superministra", y lo mismo puede decirse del alcalde Alberto Ruiz-Gallardón, a quien este jueves un militante del partido, tras verlo pasar, dijo: "Ahí va el ministro".