Los cadáveres del matrimonio octogenario permanecen en el Instituto Anatómico Forense donde se les practicará las autopsias que determinarán las causas de las muertes.
Pasadas las diez de la noche del sábado, una llamada al servicio 112 alertaba del hallazgo de los cadáveres por parte de los hijos del matrimonio, quienes se habían acercado al domicilio situado en el número 4 de la calle Monte Tabor después de que los padres no acudieran a la cita que tenían con ellos.
Al entrar en la vivienda, en la planta baja del edificio, descubrieron a su padre, Ricardo, de 84 años, ahorcado detrás de la puerta de entrada.
En otra estancia de la casa hallaron a su madre, María Dulce Castillo, tumbada en el sofá, rodeada de un charco de sangre, con la cabeza cubierta por una toalla, el cuerpo tapado con una manta y con un crucifijo sobre el pecho.
Cuando el Summa llegó a la vivienda sólo pudo confirmar la muerte de los dos.
Una vecina del inmueble se mostraba ayer, en declaraciones a Efe Televisión, “sorprendida” por los hechos y se refería a los ancianos como personas “maravillosas” que “se portaban muy bien” con los vecinos y la señora de la limpieza.
Ricardo y María Dulce, según la vecina, no gozaban de buena salud, estaban “muy pachuchos” y así se lo dijeron ellos la última vez que los vio cuando regresaban de la ermita.
“Pienso que se han visto tan sumamente mal y por no darle quebraderos de cabeza a los hijos, pues...”, dijo esta mujer, que no se explica “qué se le ha pasado por la cabeza”.