Las caras de cansancio en el Barrio Bajo lo dice todo: poco o nada se ha dormido esa noche. La Madrugá es pasión en Arcos de la mano bendecidora de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Junto a Nuestra Señora del Mayor Dolor y Traspaso y la Santa Mujer Verónica, Cristo camina hacia su desenlace mientras es ayudado por un tal Simón. La hermandad culminó con éxito un recorrido marcado por el buen tiempo, con el frío normal de la madrugada, pero con todos los elementos aliados para que así fuera.
La iglesia de San Agustín era un remanso popular para ver salir los tres pasos que componen el cortejo, con cientos de personas de promesa, mayores y niños pequeños. Es la noche de las promesas y de las peticiones a Dios para que alivie más de un sufrimiento…
Cristo recorrió media ciudad en sus casi quince horas en la calle, de templo a templo, de barrio a barrio. Lo hizo al ritmo marcado por sus cargueros y por las bandas que acompañaron este año la procesión: la agrupación musical del Santísimo Cristo de la Clemencia de Jerez, la agrupación de Nuestro Padre Jesús Caío y Virgen de la Amargura de Ceuta, y la agrupación musical de Almodóvar del Río, además de la banda municipal de música Vicente Gómez Zarzuela de Arcos. Un amplísimo acompañamiento musical digno del paso del Señor.
La Santa Mujer Verónica abrió el cortejo tras la cruz de guía mostrando el paño con el rostro del Señor impreso y exornos florales con el color rosa predominando. Jesús apareció sobre su dorado paso decorado con rosas rojas y luciendo su túnica burdeos. Le siguió muy de cerca el grupo de armaos que se lució especialmente, primero, en la Corredera y después en la bajada de Pérez Galdós tras pasar por el Arco Matrera. El dorado paso de Nuestra Señora del Mayor Dolor y Traspaso fue llevado con idéntica maestría que el de su Hijo, luciendo rosas blancas inmaculadas como la Virgen María.
Momentos de especial emoción fueron la plegaria interpretada en la Corredera, las bendiciones y la lluvia de saetas que cayó sobre Cristo en el Barrio Bajo. La procesión fue seguida por muchas personas, de promesa y no, que portaron velas y rezos durante la penitencia; personas llanas que buscan consuelo en el encuentro con Cristo hecho Nazareno.